Son las 7 de la mañana de un sábado otoñal que presagia nubes y agua, y es el momento, mirando el cielo gris de ponerme a redactar unas líneas en recuerdo de un ser querido.
No es fácil a veces escribir sobre ciertos hechos en el momento en que suceden. Bien porque uno no tiene fuerzas, o porque quizá entiende que necesita tomarse un tiempo para poder definir lo que quiere plasmar.
A mí me ha sucedido recientemente. Hace dos meses que Nela nos dejó, abandonó su envoltura física y trascendió a un plano superior, dejándonos una huella imborrable y un vacío que nadie nunca podrá volver a llenar. Su hueco en nuestros corazones permanecerá intacto y sellado para que nadie se atreva a ocuparlo.
Tuvo una feliz estancia en este plano físico, auténtico valle de lágrimas para cualquiera que piense un poco. La conocimos a los quince días de vida y desde entonces, durante más de quince años estuvo siempre a nuestro lado. Fue la hija que nunca tuvimos y que el Cielo nos regaló para cubrir esa falta.
Mirando atrás hay un buen puñado de recuerdos con ella, todos felices y alegres aun cuando pudiera parecer lo contrario.
Vivió rodeada de amor y cariño por parte de todos los que la conocieron, especialmente nosotros, sus "padres". Jugamos todo lo que pudimos, nos enfadamos alguna que otra vez porque es normal entre seres de distintas especies que a veces no se entienden. No hacía falta que hablara, nos comprendía totalmente y siempre sabía estar al lado en cada momento. Era más inteligente que muchos seres que así nos llamamos por creernos superiores al resto. Es difícil volcar estas líneas cuando el rostro se llena de lágrimas al recordar.En sueños me acerco a ella y la acaricio. Me devuelve siempre un lametón al igual que hacía en vida. La casa, el parque, ....todo me trae agradables recuerdos de ella, al tiempo que noto su ausencia como un puñal clavado hasta lo más profundo. Pero sin embargo, cuando reflexiono sobre mis emociones comprendo que no hay motivo de tristeza. Simplemente hay que comprender que todo empieza y acaba en un determinado momento y hay que sentirse satisfecho y alegre de haber hecho lo mejor en cada instante.
Para los que creemos que la existencia de los seres vivos no acaba en este plano, nos sirve de ayuda pensar que todos, al final, nos volveremos a reencontrar algún día, y aunque desprendidos de la cubierta física nuestras almas se reconocerán. En ese momento reviviremos todos y cada uno de los instantes vividos. Simplemente es cuestión de tiempo, al igual que han tenido que pasar dos meses para poder escribir estas palabras. Dos meses que han sido necesarios para saber exactamente qué decir y cómo plasmarlo.Dos meses de ausencia y una eternidad por delante. Las lágrimas siguen cayendo, pero pasarán...y cuando menos lo espere volverán a caer, producto de alguna emoción contenida por los recuerdos.
Gracias Nela. Estamos contigo y tú siempre en nuestro corazón y a nuestro lado.