miércoles, 31 de agosto de 2016

Adiós, Agosto nefasto

A las 5 de la mañana de hoy, y como para irnos acostumbrarnos a la nueva etapa, un suave y fresco viento me ha despertado, justo en la hora en la que el sueño me invadía de pleno en este último día de descanso vacacional. Un período que como en años anteriores no ha estado exento de sobresaltos y sobrecogimientos motivados por los hechos acaecidos. A los ya rutinarios y salvajes atentados islámicos en diferentes países de oriente medio que cada vez se extienden más a nuestra Europa común hay que sumar también el salvajismo añadido de los métodos utilizados. Ya no les vale con atentar en bodas, celebraciones religiosas y demás actos multitudinarios para causar el mayor destrozo de vidas que no les pertenecen, sino que ahora lo hacen utilizando seres inocentes ataviados con chalecos explosivos para partir en mil pedazos esos cuerpos aun sin acabar de crecer y que en segundos se mezclan con los restos de las victimas a las que van destinados tan atroces atentados. Jamás hubiera imaginado que en este siglo XXI el ser humano, con toda su maldad innata llegaría a semejantes brutalidades.
A los jóvenes que pueden representar la esperanza de paz en el futuro, los locos fanáticos de no sé qué dios y religión no los mandan a la escuela sino que les educan en la cultura de la muerte y el asesinato masivo y además les utilizan como cebo a cambio de promesas falsas de alcanzar una gloria no buscada.
Por si esto fuera poco, el agosto que se va deja el rastro de las víctimas de la violencia de pareja, que en otras ocasiones yo achacaba al exceso de temperatura como responsable del trastorno mental de los asesinos. Este año no ha sido tan extremadamente caluroso como el pasado, si bien el número de crímenes no ha sido menor en absoluto. Esto me hace pensar que independientemente del factor climatológico que a todos nos afecta de alguna manera y nos altera la tranquilidad del descanso, el mal está en el cerebro de los propios “humanos”.
Y para no variar, como desde hace ya unos cuantos veranos, faltaba la tragedia que dejara marcado este octavo mes. Y ésta ha llegado en forma de terremoto intenso en una región italiana con el ya sabido y elevado número de vidas sesgadas bajo los escombros. Los desaparecidos no están aún contabilizados y se irán sumando lentamente a medida que los desechos de las viviendas se vayan retirando, haciendo que la lista de almas se incremente sin remedio.
No sé que tienen los meses de agosto, pero siempre dejan una marca de dolor superior al resto del año. Aún recuerdo hace años cuando estando tranquilamente relajado en la terraza nos desayunamos con el accidente del vuelo de Spanair. También al principio la cosa no parecía tan grave, pero a medida que el reloj avanzaba se constataba la magnitud del siniestro.
El mes de descanso por excelencia para la gran mayoría de nosotros, aunque cada vez menos, se convierte en un listado de desgracias que dejan huella para que no se nos olvide en mucho tiempo. A lo citado hay que añadir los tradicionales destrozos medio ambientales producidos por el fuego provocado por mentes desquiciadas que disfrutan destruyendo la naturaleza y en algunos casos las viviendas cercanas, así como los casos de desapariciones de personas, bien voluntarias o como resultado de acciones violentas. Con todo ello tenemos suficiente para calificar este mes que finaliza como nefasto.
Por suerte mañana cambia el calendario y no dejo de poner mis esperanzas en que el otoño que próximamente vendrá traiga algo de cordura a esta humanidad desquiciada. Por soñar que no quede….. aunque luego nos despertemos….