Últimamente he tenido la oportunidad de asombrarme con determinados hechos inusuales pero que de una u otra forma no pueden pasar desapercibidos. Hechos que no tienen entre sí ninguna relación como se comprobará más adelante, pero que a mí me llaman la atención de alguna manera.
Hechos científicos como la llamada "superluna" que hemos podido observar hace un par de semanas y que según los entendidos en esta materia no es para tanto. En cualquier caso, si mirar la luna llena cualquier mes es un espectáculo bonito, hay ocasiones en las que el encanto se multiplica, bien por un efecto puramente óptico, bien por alguna circunstancia realmente astronómica. En cualquier caso el resultado no decepciona y son múltiples las posibilidades fotográficas que el hecho nos ofrece. Lo mismo si estás en una ciudad moderna que si nos subimos a lo alto de algún monte oscuro y solitario. Siempre podemos disfrutar del cielo y pensar en la inmensidad del espacio. ¿Cuántas preguntas intimas se nos pasan por la cabeza.....?
Pero más allá del romanticismo que los astros nos proporcionan también he podido sorprenderme con otros hechos más banales pero tan insólitos como para poner en duda mi lógica mental. Tengo por costumbre repostar combustible una vez a la semana y siempre suelo surtirme de la misma cantidad de litros, de forma que siempre puedo saber cómo fluctúa el precio del combustible casi diariamente.
Mi sorpresa ha llegado cuando hace dos semanas, al realizar la metódica tarea, la empleada de la gasolinera me impide servirme una determinada cantidad de litros, aduciendo que en base a una supuesta normativa europea, dicha posibilidad ha sido anulada de forma que sólo puedo surtirme en base a un importe cerrado. En el momento reaccioné y la intenté hacer ver la estupidez de la medida, siendo completamente vano mi intento ya que de ella no dependía el cambio. Enseguida entendí la trampa de tal manipulación. Lo más habitual, y no por ello lo más sensato, es que la gente le pida al empleado que le sirvan una determinada cantidad de euros de tal o cual combustible. Esto conlleva que las petroleras te engañen disimuladamente ya que por el mismo importe cada vez entran menos litros en el depósito, pero la sensación no es percibida por el usuario ya que siempre echa la misma cantidad, invariable, de euros. Pero no de combustible. Al margen de ser una medida deliberadamente engañosa para el usuario, ésta va en contra del sentido común y me explico: En un establecimiento se venden productos y no importes de compra. Hasta ahora yo pensaba que en una gasolinera se vendían litros de combustible, pero resulta que no. Que se venden importes. Sin embargo, el resto de productos que te ofrecen en estos establecimientos te los sirven por unidades: galletas, pan, patatas fritas, etc...
¿Alguien se imagina ir al supermercado de turno y pedir a la cajera que le pongan 100 euros?
¿De qué? ¿De carne, de pescado, de salchichas? Pues eso, una estupidez como una casa y sin embargo lo admitimos como si fuera lo más normal. El mundo del comercio está cambiando y nosotros tragamos con lo quieran sin enterarnos.
Y por último, también me ha sorprendido que contra todo pronóstico, en las elecciones presidenciales de USA haya ganado el candidato más populista y menos previsto.
A la gente, y siento mucho que sea así, le gusta que le digan lo que quiere oír, o sea que le regalen el oído, aunque todo sea mentira. Un candidato a la presidencia del país más poderoso de este asqueroso mundo, que no ofrece ningún programa político serio que llevar a cabo, pero que sabe meterse a la gente en el bolsillo a base de estupideces verbales, insultos, descalificaciones hacia el contrario y degradación del ser humano. Y sin embargo, este tipo de personajillos acaudalados triunfan entre la muchedumbre que antes que pensar prefiere conformarse con palabras estridentes y vacías de contenido. Pero en fin, los nuevos tiempos van por ahí y me temo que aparte de la propia rebeldía individual, poco más podremos hacer aparte de aguantar.. Estas actitudes se repiten y proliferan cada vez en más países, quizá fruto del desengaño de los dirigentes actuales. En cualquier caso lo único que podemos hacer para impedirlo es poner a funcionar nuestro cerebrito y hacerlo trabajar un poco. Abandonar nuestra cómoda rutina y atrevernos a ser libres e independientes, capaces de darnos cuenta de las múltiples manipulaciones a las que nos someten de continuo y aprender a decidir por nosotros mismos, libres de malignas influencias interesadas. De sobra sé que no será así, pero por si acaso alguien se anima....Por intentarlo no se pierde nada.