Desde arriba y a larga distancia, si alguien nos observa verá que somos los de siempre, los mismos españolitos de toda la vida con nuestros complejos y tonterías de toda la vida.
Había empezado este tórrido mes y las vacaciones se acariciaban con la mano, como alguien que está deseoso de llegar a la meta para echar un buen trago de agua que repare su cansancio. Y nada más empezar, dadas las fechas, nos alejamos una noche hacia las afueras de Madrid para contemplar el cielo nocturno que sobrecoge por su inmensidad, sobre todo cuando se observa fuera de la luminosidad de la ciudad. El tapiz de fondo es más oscuro y por tanto los puntitos brillantes a modo de estrellas se ven con más nitidez. Ahí estábamos, mirando hacia arriba en espera de que alguna micro-partícula del Swift Tuttle atravesara nuestras cabezas y así pedir un deseo cual niños inocentes de corazón puro.
Y se dejaron ver, claro que sí. Bastantes más de las que uno esperaba, ya que otras veces pones mucho interés y no te llevas ni un triste recuerdo. Y cuando estábamos cansados de inclinar el cuello decidimos dar por finalizada la película espacial hasta la próxima ocasión.
Y así llegamos al miércoles fatídico y nefasto. Otro más como desde hace años. Estábamos relajados viendo que este año las tragedias veraniegas nos daban un respiro, cuando de repente nos sorprendemos con el último capítulo terrorista, esta vez en territorio nacional. Algo que era de suponer desde hace años pero que nunca creemos que llegará, muchas veces por nuestro orgullo y soberbia. Aquí siempre hacemos las cosas mejor que en otros países y por eso estamos a salvo de todo.
Pero va a ser que no, que ni hacemos las cosas también ni estamos a salvo de nada, y menos de atentados tan simples y letales como el de Barcelona.
Las Ramblas, zona de flores por excelencia en la capital catalana, parte de esta España a punto de reventar, se convirtió en un cementerio provisional por culpa de los locos del mal llamado estado islámico.
Ya habíamos tenido antecedentes en Niza, Londres y Bruselas y nos creíamos libres de estos fanáticos, cuando en realidad los tenemos metidos hasta la médula en nuestra piel torera.
Y a media tarde, sin esperarlos, 13 cadáveres aparecieron esparcidos por tan noble avenida por la que tantas veces hemos transitado anteriormente. Sin embargo, había hechos acaecidos el día anterior en la provincia contigua que deberían haber levantado sospechas de lo que se podía venir encima. Pero no, nosotros estábamos y seguimos estando enfrascados en nuestras miserias independentistas y no estamos para eso. Si ha de llegar ya lo veremos y nos lamentaremos. Y dando gracias de que sólo haya habido las víctimas que se han contabilizado y los heridos en los hospitales, ya que si el plan original de los asesinos no se frustra en la explosión previa, la matanza habría alcanzado magnitudes muy superiores.
En un primer momento, y como un espejismo digno de asombro, la reacción de condena de las fuerzas políticas fue unánime, lo que hacía pensar que a lo mejor alguien había sido iluminado y había abandonado su miserable interés particular. Y esa actitud duró lo que duran los tres días de luto oficial
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O sea que ni siquiera han recibido sepultura los inocentes de la matanza y ya están todos a la gresca, actitud habitual todos los días del año. No tienen ni siquiera la vergüenza de disimular cuando estamos en el foco de todos los medios internacionales. Por desgracia, fuera de nuestras fronteras nos conocen y saben que nunca seremos un país serio. Que sólo vamos a lo nuestro y que se nos ve el plumero desde bastante lejos.
Por suerte también saben que no todos somos de igual calaña, que son menos de lo que aparentan pero que hacen más ruido aparente a base de manipular la información y los medios y de aparecer como protagonistas de todo, aunque sea de un atentado terrorista.
A las estrellas fugaces que siguen dando vueltas por ahí arriba pido cual niño pequeño que se lleven a su paso a toda esta banda de impresentables y miserables que nunca debieran haber llegado a los puestos a los que se han apalancado para vivir de todos nosotros. Pero ojito al parche, si están ahí es porque hay alguien que los ha elegido, o no, y algunos con más responsabilidad hacen dejación de funciones siendo representantes de todos nosotros. Desde mi humilde posición me uno al dolor de todos los afectados y destapo una caja de flores verdes en favor de la vida.