domingo, 22 de diciembre de 2019

Radio Magasa

Es la fecha, que como todos los años nos llega de forma inexorable, para anunciarnos que es momento de introspección. Los vientos húmedos que soplan por doquier, las nubes oscuras y la bajada sensible de los grados térmicos hace de estos días un momento idóneo para, desde la calidez del hogar dedicar unos minutos, o incluso horas a sumergirnos en nuestro interior, recordando  los momentos más intensos de esta última etapa que pronto finalizará dando paso a una nueva experiencia temporal.
Y es en este momento, cuando al echar la vista atrás nos damos cuenta de lo que ya no volverá a ser lo mismo a partir de ahora. Pero también es momento de volar mucho más atrás en el tiempo y dejar que vuelvan a un primer plano escenas y recuerdos del pasado más lejano, de nuestra infancia, adolescencia y juventud. De los años en los que la inocencia era nuestra compañera diaria. Cuando no éramos capaces de comprender muchas cosas, y simplemente disfrutábamos de esta gran aventura pasajera. Y recordando mi infancia viene a mí la imagen imprescindible de la radio en mi casa. A todas horas, incluso cuando el invento de la caja tonta ya se había convertido en un bien de consumo habitual, la radio seguía estando allí, encendida casi todo el día para acompañarnos y traernos una visión del mundo exterior, próximo y lejano que de otra forma hubiéramos ignorado.
La radio, ese pequeño aparatito por el que se oían las voces de los locutores, estaba siempre ahí, mañana, tarde y noche para hacernos compañía y tenernos informados de lo que supuestamente sucedía más allá de nuestras paredes.
Y así recuerdo a mi padre haciéndonos callar a la hora del "parte" que casi siempre coincidía con la de sentarnos todos a comer. Porque a esa hora, por el altavoz de la radio nos contaban todo lo que pasaba o iba a pasar. Incluso con corresponsales en otras tierras que, no sabíamos cómo, establecían contacto y nos hablaban desde el extranjero.
Pero la radio era mucho más que noticias. Nos entretenía con sus seriales dramáticos, nos animaba con sus programas de música y también nos servía de escuela nocturna para aquellos que a cierta edad no habían podido obtener la mínima titulación escolar, imprescindible para cualquier puesto de trabajo.

De ahí viene mi total y absoluta devoción al invento transmisor de ondas. Desde aquella época, hasta ahora y siempre, la magia de la radio siempre hará volar mi fantasía.
En estos tiempos que llamamos modernos, y que son fruto de la evolución tecnológica y científica, la radio, en sus diferentes formatos y versiones sigue estando presente en nuestra vida cotidiana. Cuando vamos en el coche a trabajar o cuando nos levantamos y acostamos quien más y quien menos escucha la radio.

Debido al ritmo de vida ajetreado que la sociedad nos impone, la radio  ha sabido adaptarse y reinventarse de forma que cualquiera pueda escuchar sus programas favoritos en el momento del día o de la semana que me mejor le apetezca. Ya no es necesario estar conectado en tiempo real para estar al tanto de lo que acontece en el mundo. Ahora están los podcasts en directo y en diferido que nos permiten mayor libertad y flexibilidad a la hora de escuchar un determinado espacio radiofónico. 
Y es por ello, y porque me encanta hablar, que en mi interior habita el gusanillo de poder tener una emisora propia desde la que dar voz a pensamientos, reflexiones y música que forman la parte más esencial de mi persona. La idea de hacer un programa de radio siempre está rodando por mi cabeza y quién sabe si algún día se hará realidad. Algún prototipo he realizado de forma totalmente particular en formato de compact disc y no descarto volver a hacerlo en un futuro no lejano.

De momento, y desde mi emisora imaginaria, Radio Magasa, deseo que todos tengáis una feliz transición anual y que nunca olvidéis por completo vuestras vivencias pasadas.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Recordando

La tarde gris por el cielo cubierto de nubes y la temperatura que va decreciendo lenta pero firme indica que la estación se hace más patente. Es la víspera y cada año por esta fecha es inevitable mirar hacia atrás, a veces no mucho, para darnos cuenta de que lo que llamamos vida no deja de ser un momento efímero en nuestra trayectoria por el universo. Y cada año somos más conscientes de ello. Y es por eso que dedicamos un día al recuerdo de los que hasta hace poco estaban en nuestro plano y que ahora se encuentran en otro estado.
Curiosamente hoy ha sido de las visitas a los jardines de cruces, cuando en realidad debería ser pasada esta medianoche. No sé de dónde proviene este cambio, ni me importa mucho, la verdad. En el fondo, cualquier día del año sería un buen momento para pasear entre cipreses en busca de esa serenidad y tranquilidad que fuera de los muros se convierte en vértigo y desenfreno desmedido. Los camposantos nos transportan a otro mundo, nunca mejor dicho. Un mundo de paz y silencio que nos hace meditar sobre nuestro inexorable futuro. Sin embargo, tras las piedras sólo quedan restos inertes de los que en su día encarnaron en forma humana. Y no deberíamos sentir lástima ni tristeza por ello. Lo mejor que que podemos hacer es recordarlos, porque es inevitable, y sentir la huella que cada uno de ellos ha dejado en nosotros. Tan sólo comprender lo que han supuesto para nosotros y alegrarnos de haber podido compartir una experiencia conjunta. Una experiencia de aprendizaje que no siempre sabemos valorar en su justa medida. Ellos ya descansan en paz. 

domingo, 29 de septiembre de 2019

Like a Seagull


No recuerdo el instante cuando llegué aquí por última vez. Ni siquiera el propósito con el que  encarné. Con el paso del tiempo terrenal, ese que en la eternidad no cuenta porque ni siquiera existe, voy intentando, no sin pocos esfuerzos y reveses forjar hacer mi trayectoria de la manera más honesta que conozco y el corazón me dicta. Pero está claro que eso no es fácil. No es nada fácil en un mundo de luchas, peleas, mentiras y egoísmos. Sobrevivir a todos los elementos que bombardean tu día a día es tarea de héroes. La paz interior del espíritu se puede y se ve alterada a cada minuto del día por innumerables circunstancias, unas con mayor importancia, otras con menos, pero que te rodean y te atrapan en una red de la que es difícil desprenderse. La tela de araña se extiende por doquier y te mantiene pegado a ella en cuanto dejas de prestar la atención debida.
Por donde vas hay miseria, mentira, contradicción, envidia, acoso y soberbia.
Sobre todo soberbia ya que quien más y quien menos nos sentimos el ombligo del mundo. Y nos creemos pequeños dioses a los que hay que obedecer a ciegas sin preguntarse el por qué de nada. Y nos falta mucho de generosidad, altruismo, sinceridad, amistad, buenos deseos... En fin, nos falta consciencia. Consciencia de lo que somos, no de lo que materialmente aparentamos. Falta reconocer en nosotros mismos, de piel para adentro, que somos seres libres, encarnados en una peculiar forma que llamamos "humana" pero que si siquiera sabemos qué significa.
Hacemos daño por hacer. Nos mofamos de todo, sin pensar en el sentido de nuestra existencia. Todo lo llevamos al contexto materialista sin darnos cuenta de que todo eso acabará y se quedará aquí. Y cuando llegue ese momento, que es lo único que tenemos seguro que ocurrirá, todos nuestros bienes, posesiones, lujos y derroches. Hace muchos años, y seguro que no por casualidad, cayó en mis manos un libro que directa o indirectamente ha sido una guía en mi camino. Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach me transformó cuando era un adolescente en pleno cambio. Y ahora, a estas alturas de la existencia aún sigue siendo mi referencia. Comparto, y reconozco en mí muchas de las inquietudes de esa gaviota rebelde. La que no se conforma con lo establecido y se esfuerza en cada intento en superarse a sí misma. La que desprecia el conformismo de la bandada para adentrarse en nuevos retos que le hagan progresar como ser vivo. La que no da la espalda al futuro al tiempo que anima a los que se quedan parados. Y desde luego, el camino elegido no es un manto de algodón sobre el que deslizarse. El afán de libertad, de ser uno mismo, tiene un precio y has de pagarlo. Te encuentras con todo tipo de tropiezos, piedras en el camino y puertas cerradas que has de abrir a base de ingenio y perseverancia. Todo ello hace que el día a día en nuestra sociedad sea una carrera de obstáculos que nunca acabas de superar. Sin embargo, el vuelo de la gaviota es inmenso, como el horizonte al que se dirige. En el transcurso del viaje ha de afrontar multitud de vicisitudes, incomprensiones, críticas, etc... Pero su fuerza de voluntad, su ansia de llegar más allá la anima y la impulsa a batir las alas con más fuerza. 

Contra viento y tormenta, aunque a veces se estrelle contra un mar picado. Esa fuerza que en determinados momentos sale de lo más hondo de nuestro interior, como una voz que nos guía y nos protege de los efectos malvados. La voz que nace de la consciencia, del alma que en realidad somos y seremos por toda la eternidad. En sueños me convierto en esa gaviota que vuela libre y sin barreras que la impidan alzar el vuelo un poco más cada día. Surcando amaneceres y atardeceres. Vuelo de día y de noche. Disfrutando de cada momento sin pensar. Y agradezco a "quien sea" poder vivir esta experiencia, que con sus reveses y bondades me permite avanzar en mi camino. Jonathan Livingston Seagull sigue estando en mí con la intención de perfeccionar el vuelo eterno. "Y Neil Diamond compuso la mágica música" por supuesto.

martes, 13 de agosto de 2019

Misterio desvelado

Con lo claro que estaba todo desde el principio y lo incapaces que hemos sido de encontrar la explicación... Y es que los humanos cuando se enrocan en una idea no hay quien los haga apearse del burro. Se empeñan en una teoría y hasta que no aparece alguien con otra más convincente y lógica pues nada.
Llevan años los políticos de todo el planeta firmando protocolos que no se cumplen para ver si conseguimos los demás que el clima del planeta no sufra cambios y como si nada. Cientos de conferencias bien pagadas a supuestos gurús que nunca han hecho nada salvo en beneficio propio no han servido para encontrar la solución al problema.

Que yo sepa, en la historia de la humanidad, y mucho antes, el planeta ha pasado por diferentes etapas climáticas, incluida alguna que otra glaciación que acabó con la vida de los seres que poblaban esta bolita llamada Tierra.
En las últimas décadas se ha atribuido el calentamiento de la tierra a diferentes factores, desde la contaminación de los plásticos hasta las últimas teorías de los vehículos diesel. Porque está claro que las petroquímicas, las fábricas de aluminio, acero y un largo etc. ya se sabe que son beneficiosas para la salud de la población y de su entorno medio ambiental. Es por ello que los que mal dirigen el mundo siempre estén buscando la causa de tal cambio y a quién echarle las culpas. La imagen de arriba fue tomada en nuestro país hace unos días y por lo que yo puedo ver en ella, lo que sale de las chimeneas no es precisamente vapor con aroma de rosas....Es pura y simplemente vapor y gases procedentes de la combustión necesaria para fabricar metal. No estoy nunca en contra del progreso de la humanidad y del desarrollo industrial que tantas comodidades nos ha dado en los últimos siglos, pero también hay que asumir el coste que dicho desarrollo conlleva para el medio natural. Aquí nada sale gratis y cada civilización es responsable de sus actos y ha de pagar sus consecuencias. 
Pero pese al alto grado de contaminación y polución que llenan nuestros cielos y aguas diariamente el planeta sigue adelante con su vida. Lógicamente ha de haber variaciones en la temperatura y en el cambio de estaciones, algo cíclico por otra parte. Está muy bien que en cada momento histórico busquemos las responsabilidades en factores diversos, según convenga a quien maneja los hilos: cuando interesaba, la culpa era de los coches de gasolina, pero ahora toca el turno del gasóleo cuyo nivel de contaminación se ha demostrado más bajo como consecuencia de motores más eficientes y menos contaminantes.
Este año los fabricantes y vendedores de automóviles han visto la drástica caída de sus ventas debido al alarmismo social generado desde los estamentos públicos. Los mismos que en su día decían que el aceite de oliva era malísimo para la salud y ahora es una joya de la dieta mediterránea que todo el mundo quiere consumir. 
Por todo ello, no me fío ni un ápice de ninguna de las explicaciones con las que nos quieren manipular. Está claro que las bombas y misiles que se lanzan diariamente no tienen ningún efecto dañino contra la salud de la población ni del planeta. Ni las fábricas que no dejan de echar humos grisáceos las 24 horas del día.
Pero por fin alguien ha encontrado la causa de todos estos males y hay que bendecirlo, pues tanta sabiduría no tiene precio. Resulta que los manejantes de la OMIS (Organización Mundial de la Insalubridad), tras sesudos estudios día y noche han concluido que el problema de la contaminación y el cambio climático es culpa de...Las Vacas y el metano que se desprenden sus residuos biológicos. Estaba claro, coño. Cuantas menos vacas haya, menor grado de contaminación....
Ahora toca no comer carne, o al menos disminuir la cantidad diaria. Y es que somos unas malas bestias comiendo... Los países menos desarrollados que se pelean por algo que llevarse a la boca se estarán felicitando por tan grata recomendación. Van camino de la igualdad con la sociedad desarrollada.
Aunque ellos son los primeros en contribuir a la causa ya que no han comido ni un filete de ternera en su vida.
Enhorabuena a quienes tanto empeño y dedicación han puesto a fin de encontrar la raíz del problema. Ahora que la hemos encontrado y sabemos ponerle remedio podemos relajarnos un poco y dejar de angustiarnos tanto. Ya podemos seguir contaminando el planeta con nuestras bombitas y desechos químicos que mientras tengamos el metano de las vaquitas controlado no cambiará el clima...
Y la próxima imbecilidad ¿quién la soltará? Lo siento profundamente por tan nobles e inocentes animales que a partir de ahora verán más negro su futuro como especie... Y los ganaderos que con afán y esfuerzo cada mañana se levantan a horas intempestivas para cuidar de su ganado también han de pagar su culpa. Y luego, como habrá menos leche de vaca, le echaremos la culpa a las cabras, los corderos, los elefantes y las serpientes. Está claro que lo único dañino para la humanidad son la idiotez y las falacias del ser humano.

sábado, 8 de junio de 2019

Falta de Almas

Y es que no puede ser de otra forma. El Cielo debe estar escaso de Almas buenas. Y de nuestra vida se ha llevado 2 en menos de un mes. Mayo, el mes de las flores, ha sido este año el mes de las Coronas de Flores. Las últimas las que han acompañado a Ismael en su último viaje a Cuenca. Otro amigo que se nos escapa sin haberlo visto venir. Y es que en nuestro afán mundano de intentar quitarle importancia a los hechos a veces nos pasamos y no somos conscientes de la auténtica realidad. Por eso no esperábamos que nuestro querido amigo de tertulias y compañero de tantos lustros estaba a punto de acompañar a Manolo. Parece como si hubieran quedado con los ángeles y no quisieran faltar a la cita. Recuerdo que Manolo desde el hospital habló con él: Hola Isma, y tú cómo estás? Cuando colgaron parecía como si tuvieran apalabrado que los dos se verían pronto en la nueva dimensión atemporal. Y así ha sido. A partir de ahora, las abejas de Cuenca deberán buscar alguien que las cuide, aunque yo sé que ese alguien está echándoles un ojo de vez en cuando para que no les falte de nada. Para que sigan produciendo la miel que endulza nuestros momentos más amargos. Esa miel que con cariño y esmero preparaba Ismael y que nos traía de vez en cuando para deleite de nuestro paladar. A ese amigo que se ha escapado de forma furtiva, pero con los deberes hechos, le pido que vele por Conchi, que de golpe se ha visto en una situación para la que no estaba preparada. Que le diga, al igual que nosotros que no está sola. Que entre todos la ayudaremos a pasar este mal trago. Y que la esperas al final del camino. Que tú serás su luz aquí y en el más allá. Amigos Ismael, Manolo, Marce y José Manuel, os seguiremos recordando cada vez que nos juntemos a comer o a lo que sea. Y mandad de vez en cuando alguna señal si veis que nos despistamos....Cuatro abrazos fuertes desde la tierra.

sábado, 11 de mayo de 2019

Estoy bien....


“Estoy bien, Gabi, de verdad. No te preocupes.” Fueron las últimas palabras en directo que seguidas de un intenso y sentido abrazo escuché de mi buen amigo y compañero durante muchos años.

Manolo, que así era como le llamábamos aquí abajo, en la envoltura corporal que eligió para esta etapa, se estaba despidiendo de nosotros sin apenas darme cuenta. Fue la tarde del pasado Jueves Santo cuando vi su rostro con vida por última vez. Después ya sólo quedaron varias frases débiles colgadas en un teléfono que apenas se sostenía por falta de fuerzas. Esa tarde vi en él una mirada extraña, de inmensa paz y tranquilidad que acompañada de esas sentidas palabras me estaba diciendo que el final se acercaba. Probablemente ya había visto la luz y él era consciente del corto tiempo que le quedaba entre nosotros. El tiempo justo para dejar atados todos los temas mundanos antes de transcender.
Apenas una semana después, en pleno puente del 1 de mayo, la voz de José Pedro cayó como una lápida sobre nuestros oídos al comunicarnos que Manolo había sido ingresado de nuevo tras un alta fugaz para no volver a salir. En 24 horas, el alma de mi amigo decidió dar el paso irreversible y definitivo dejándonos un vacío irrellenable. Esa ausencia que notaremos cada vez que el grupo se vuelva a reunir de forma regular, tal y como hemos hecho hasta ahora, una vez al mes.

Y es que en esa otra dimensión, esa que no conoce límites y en la que todo es posible, ya se han juntado tres amigos, tres piezas del mejor grupo que he conocido en muchos años. Mi amigo Manolo ya se ha reunido con Marce y con José Manuel, y desde allí nos trasladan un mensaje que no debemos olvidar bajo ningún concepto. Que el grupo al que nos unimos en su día siga unido para siempre, que ellos ya se encargan de que la cuerda no se rompa y los nudos no se desaten entre nosotros. Y los que aún permanecemos en el plano tridimensional estoy convencido que cumpliremos el encargo con alegría y compartiendo cada momento con ellos. Para Mila y Susana, que a partir de ahora deben seguir su camino solas, mi más sincero abrazo cargado de toda la energía que necesitan para continuar su experiencia vital. 

A Manolo le doy las gracias por múltiples motivos, pero sobre todo por su apoyo y cariño y por su sincera amistad. 

Y al resto de amigos os hago una petición: que no nos olvidemos nunca de ellos.

“Lo que nos mantiene vivos, sujetos en el espacio, es el sentimiento de unidad dentro de la raza humana”. (Navarro)

viernes, 19 de abril de 2019

He tomado la alternativa

Mejor dicho, hace unos meses que lo hice. Fue una decisión difícil, meditada cien por cien durante tiempo, pero que al final me cautivó de forma sorprendente y de la cual no me arrepiento en absoluto viendo los resultados que el cambio me está reportando.

Es evidente que no me he pasado al mundo taurino, tan polémico en nuestra sociedad. Soy incapaz de ver un festejo ni siquiera por televisión.
O sea que la alternativa a la que me refiero viene por otra de mis aficiones genéticas heredada de quien me dio la oportunidad de bajar a este mundo a experimentar sensaciones nuevas.

Junto con la música que ahora mismo suena en mi refugio, las voces de Jimmy Ibotson y Jeff Hanna,  la fotografía es uno de los hobbies que más placer me producen, tanto en la composición y disparo como en la etapa de edición. Antiguamente mi padre me inculcó el arte de plasmar de forma estática una situación, un momento, una mirada, etc... Con él aprendí cuando aún no era más que un crío lo que era una cámara fotográfica, como se encuadraba, se apretaba el disparador y posteriormente como se traducía todo en imágenes en papel ya que disponía de equipo de revelado en blanco y negro con toda la parafernalia que ello llevaba, desde el tanque de revelado hasta la ampliadora y cubetas para una correcta impresión en papel.
Pero lo que más me atraía era por supuesto la cámara, una Kodak Retina que en su momento debió valer una pasta pero que sacaba de forma artesanal fotografías inconmensurables, en blanco y negro, por supuesto. El color en aquella época no estaba muy desarrollado y disponer de un equipo para su tratamiento en casa era bastante caro y difícil de manejar.



Cuando yo comencé a hacer mis pequeños pinitos lo hice con una cámara réflex con objetivos más o menos asequibles que permitían hacer ciertos acercamientos.

Cuando pasé al mundo digital también lo hice con una Eos 300D de Canon, marca con la que siempre he trabajado y que tan buenos y espectaculares resultados me ha dado hasta ahora. 

La posibilidad de utilizar diferentes teleobjetivos con mucho zoom siempre estuvo en mi mochila. De hecho he cambiado varias veces de cámara y de objetivos todo terreno, sin tener queja de ninguno de ellos pero mejorando siempre con cada cambio.

Y ahora, a mis años y tras pensarlo bien, he decidido cambiar la estrategia y dejar de ir cargado a todas partes con pesadas lentes. He descubierto y con agradable sorpresa las posibilidades que me ofrece disponer de objetivos fijos de amplia apertura y de marca original. Si durante muchos años he disfrutado de los teleobjetivos de amplio rango, ahora he decidido pegar un cambio radical en mi forma de entender la fotografía. Desde hace meses he vuelto a recuperar el encanto de la composición y encuadre a base de mover las piernas. He dejado completamente de usar los objetivos de largo alcance para trabajar con 2 fundamentales: un 50mm a f1,8 y un 24mm pancake a f2.8.


Al margen de tener que acercarte a los objetos y cambiar las perspectivas de encuadre, el resultado finalmente lo merece. La luminosidad, fidelidad de colores y calidad de enfoque dejan sorprendido a más de uno. Por otro lado, en planos cortos, los efectos de desenfoque producidos por la amplia apertura de las lentes hacen cada imagen un posible cuadro. Y como muestra de lo que digo son las fotografías que acompañan esta entrada. Desde entonces, la bolsa de transporte de la cámara ha visto reducido  su tamaño y peso de forma considerable y la calidad de los trabajos a su vez ha mejorado de manera increíble e impensable.

 Estoy convencido que el arte de la fotografía me tiene reservadas unas cuantas sorpresas y satisfacciones a partir de ahora y pretendo sacarle el mayor y mejor partido a las nuevas lentes, eso sí, teniendo que mover más las piernas a fin de encontrar el mejor ángulo y distancia.

Y la Nitty Gritty y Ricky Skaggs siguen endulzando este momento sin igual.


domingo, 3 de febrero de 2019

Alternativa a la mediocridad

La semana anterior recomendaba encontrar diariamente un pequeño espacio para nosotros mismos. Un rato, más grande o más pequeño para encontrar esa tranquilidad que tanto necesitamos en el mundo del ajetreo actual.

Después de tan sana recomendación, y respetando las aficiones de cada uno, que para eso dicen que tenemos libertad de elección, (???) me dispongo a plantear una alternativa para los fines de semana por la noche, después de haber hecho lo que se tuviera que hacer, salir de cena, al cine, etc...

Al volver al hogar, y sobre todo si no hay obligación de madrugar, frente a la televisión manipuladora, interesada y con fines de adoctrinamiento y aborregamiento general, la noche de los fines de semana se me antoja ideal para bucear en el mundo del misterio. Misterio con grandes letras que abarca e incluye toda inquietud de conocimientos y ansias de saber del ser humano desde el principio de los tiempos. Incluso en el transcurso de la vida diaria, aunque no nos enteremos, suceden hechos misteriosos para los que la respuesta no es tan fácil como pudiera pensarse. Y eso sin profundizar en los grandes temas clásicos que siguen sin respuesta a fecha de hoy.

Llegada la medianoche es el momento de situarse al frente la mesa de despacho, iluminada con la tenue luz de una lamparita y dejarse transportar a otros mundos, bien a través de la lectura adecuada o lo que más se lleva ahora, los podcasts y archivos sonoros. Es como cuando de jóvenes nos íbamos a la cama con el auricular del transistor puesto y dispuestos a pasar un poco de miedo con programas tan emblemáticos como Medianoche, Espacio en Blanco, etc...

Las voces grabadas en los cementerios, el avistamiento de luces en el cielo y la aparición de caras en el suelo de una vieja cocina de pueblo nos hacían sentir vivos y olvidarnos de los temas mundanos. Nuestro corazón temblaba cuando escuchábamos aquellos relatos y nuestra mente imaginaba cómo serían los habitantes de otros mundos más allá de nuestras estrellas.

Algunos de esos programas han desaparecido con la desaparición de sus investigadores, pero otros se mantienen a lo largo del tiempo con la misma ilusión y fuerza que el primer día.
Con la tecnología de hoy no es necesario escucharlos en el momento en que se emiten a las ondas. Tan sólo hay que seleccionarlos en la plataforma correspondiente y llevarlos siempre encima para poder darles vía libre cuando más nos apetezca. La oferta es tan extensa que hay para elegir lo que más apetezca en cada momento y situación. Y misterios hay para dar y tomar en cantidades abundantes, como para no aburriros y disfrutar de lo oculto y dejar que la piel de gallina aparezca a la mínima. Desde civilizaciones antiguas cuya extinción permanece sin resolver, hasta los más desafiantes avances tecnológicos que nos hacen aterrizar en planetas y asteroides lejanos, pasando por las sábanas irradiadas y el poder oculto de las sociedades secretas, se abre ante nosotros toda una vasta extensión de temas que invitan a buscar respuestas que satisfagan nuestra curiosidad.

Y para ello y como no podía ser menos, la plantilla de periodistas e investigadores dedicados a estos temas es cada día más amplia y más preparada en todos los sentidos. Herederos de los referentes del pasado pero con más
y mejores medios tecnológicos. De ahí que los podcasts y radios del misterio hayan crecido de forma inaudita en las últimas décadas. Desde luego una delicia y un placer. Noches de misterio, noches con encanto...

domingo, 27 de enero de 2019

El placer de la lectura tranquila


A diario muchos de nosotros estamos sometidos a una actividad diaria que por lo general, en esta sociedad consumista y trepadora sin escrúpulos nos impone un ritmo de vida frenético y agotador.


Desde el temprano madrugón hasta el tardío retorno al hogar pasamos más de la mitad del día inmersos en una terrible carrera contra reloj por hacer y acabar tareas que miradas desde una perspectiva no contaminada no son tan urgentes ni tan vitales como para agobiarse.

Sin embargo, el ajetreo de vida que llevamos muchas veces nos viene impuesto por factores ajenos a nosotros mismos. Situaciones que nosotros ni elegimos ni podemos obviar ya que de ello depende nuestro sustento económico.

Hemos perdido nuestro ritmo de vida natural, ese que te marca tu propio cuerpo, y lo hemos hipotecado por el que nos imponen desde el mundo de la empresa. Todo es correr y acabar cuanto antes, para poder empezar otra tarea y seguir corriendo.  Y de esta forma estamos atrapados en un bucle del que no sabemos salir, o no queremos, ya que muchas veces nosotros mismos nos hemos hecho cómplices del sistema y por tanto nos hemos acomodado a él. Tanto como para asumir que debe ser así y que no hay posibilidad de salir.

Por esas y otras razones, deberíamos  al menos intentar encontrar un pequeño espacio para nosotros mismos al término de una jornada agotadora. Es verdad que habitualmente el tiempo libre del que disponemos es bastante escaso, y en algunos casos ni existe. Pese a todo ello, insisto en que debemos buscar la forma de disponer de algunos minutos de paz y tranquilidad para nosotros mismos. Un lapsus de tiempo durante el cual nuestro mundo se detenga, nos olvidemos de todo y nos podamos dedicar a disfrutar de la paz y la tranquilidad. Cada uno como quiera, con la afición que más le guste, pero siempre disfrutando.

En mi caso, y como es fácil de adivinar, hay 3 cosas que me encanta hacer en los pocos ratos libres.
Sin orden de preferencia por ninguna de ellas, tan sólo dejándome llevar por lo que en cada momento me susurra mi interior. Un buen rato deleitándome con buena música, a ser posible con auriculares, otras veces trabajando en la edición de fotografías y por último la que siempre, antes de dormir y como un ritual esotérico practico todas las noches. La lectura callada de unas pocas páginas de algún libro interesante tumbado en la cama hasta que los párpados deciden poner fin al día de estrés.

Reconozco que para mí es uno de los momentos más placenteros de la jornada, el más relajante y tranquilo que se pueda imaginar a la luz de una lámpara de mesilla, y recostado sobre la almohada que propicia un descanso reparador. Algunas veces ni siquiera es un libro que me interese mucho. Cualquiera de los que tengo empezados de diferentes temas y que a trancas y barrancas voy acabando en función del estado de ánimo de cada momento. Se trata de dedicar unos minutos al ejercicio de la lectura sosegada como preparativo al sueño nocturno. Una actividad corta pero sumamente relajante como para dejarte caer en los brazos de Morfeo con increíble facilidad. Y después, a soñar. A sumergirte en ese mundo paralelo donde todas las situaciones tienen cabida por más extrañas e irreales que parezcan. Ah, y además soñar es gratis...de momento....