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Es evidente que no me he pasado al mundo taurino, tan polémico en nuestra sociedad. Soy incapaz de ver un festejo ni siquiera por televisión.
O sea que la alternativa a la que me refiero viene por otra de mis aficiones genéticas heredada de quien me dio la oportunidad de bajar a este mundo a experimentar sensaciones nuevas.
Junto con la música que ahora mismo suena en mi refugio, las voces de Jimmy Ibotson y Jeff Hanna, la fotografía es uno de los hobbies que más placer me producen, tanto en la composición y disparo como en la etapa de edición. Antiguamente mi padre me inculcó el arte de plasmar de forma estática una situación, un momento, una mirada, etc... Con él aprendí cuando aún no era más que un crío lo que era una cámara fotográfica, como se encuadraba, se apretaba el disparador y posteriormente como se traducía todo en imágenes en papel ya que disponía de equipo de revelado en blanco y negro con toda la parafernalia que ello llevaba, desde el tanque de revelado hasta la ampliadora y cubetas para una correcta impresión en papel.
Pero lo que más me atraía era por supuesto la cámara, una Kodak Retina que en su momento debió valer una pasta pero que sacaba de forma artesanal fotografías inconmensurables, en blanco y negro, por supuesto. El color en aquella época no estaba muy desarrollado y disponer de un equipo para su tratamiento en casa era bastante caro y difícil de manejar.
Cuando yo comencé a hacer mis pequeños pinitos lo hice con una cámara réflex con objetivos más o menos asequibles que permitían hacer ciertos acercamientos.
Cuando pasé al mundo digital también lo hice con una Eos 300D de Canon, marca con la que siempre he trabajado y que tan buenos y espectaculares resultados me ha dado hasta ahora.
La posibilidad de utilizar diferentes teleobjetivos con mucho zoom siempre estuvo en mi mochila. De hecho he cambiado varias veces de cámara y de objetivos todo terreno, sin tener queja de ninguno de ellos pero mejorando siempre con cada cambio.
Al margen de tener que acercarte a los objetos y cambiar las perspectivas de encuadre, el resultado finalmente lo merece. La luminosidad, fidelidad de colores y calidad de enfoque dejan sorprendido a más de uno. Por otro lado, en planos cortos, los efectos de desenfoque producidos por la amplia apertura de las lentes hacen cada imagen un posible cuadro. Y como muestra de lo que digo son las fotografías que acompañan esta entrada. Desde entonces, la bolsa de transporte de la cámara ha visto reducido su tamaño y peso de forma considerable y la calidad de los trabajos a su vez ha mejorado de manera increíble e impensable.
Estoy convencido que el arte de la fotografía me tiene reservadas unas cuantas sorpresas y satisfacciones a partir de ahora y pretendo sacarle el mayor y mejor partido a las nuevas lentes, eso sí, teniendo que mover más las piernas a fin de encontrar el mejor ángulo y distancia.
Y la Nitty Gritty y Ricky Skaggs siguen endulzando este momento sin igual.