Faltaba la última estupidez, mejor dicho la penúltima, para que nos demos cuenta de la forma en que quieren controlarnos los malos dirigentes que tenemos que aguantar.
Y lo han hecho rebajando el límite de velocidad en autopistas y autovías, con lo que ahora la agujita del velocímetro se tendrá que quedar más abajo y no sobrepasar la marca prohibida de los 110 km. / hora.
Con esta medida, dicen que ahorraremos combustible, que por culpa de Libia se va a poner por las nubes. A mí me suena a afán recaudatorio total, ya que no hay un duro para nada pues se lo gastan en dilapidaciones innecesarias para satisfacción propia.
Teniendo en cuenta que el responsable nacional de tráfico no tiene ni carnet de conducir, o sea, no sabe cuando un vehículo consume más o menos, y que su propio chófer es cazado llevando el auto oficial a más de 180 km., no cabía esperar una decisión más imbécil e irracional.
A esto hay que sumar la pretensión de limitar la velocidad en ciudad a 30 km. en vías de un sólo carril por sentido.
O sea que España con 5 millones de parados sin vías de arrancar en mucho tiempo, ahora también se ralentiza y para en el terreno circulatorio. Así todo se para y sólo nos moveremos cuando el gran hermano que todo lo controla nos lo indique y permita.
A esto llamo yo un país moderno y dinámico que quiere avanzar y progresar para estar a la altura de los demás.
Otra idea genial como la de las bombillas de bajo consumo. Aquí lo único que alcanza límites más altos son los nervios de los sufridos ciudadanos, que poco a poco nos los van poniendo a más 100. Y seguimos tragando....