martes, 27 de agosto de 2013

Buenos momentos

Poco a poco, sin darnos cuenta, tan sólo por pequeño detalles, vamos notando que el estío deseado se aleja irremediablemente de su esplendor. Agosto se va terminando, y eso se nota, aparte del calendario en el suave vientecillo que nos susurra por las noches y nos invita a dormir mejor. Es la época, aunque retrasada, de las siempre venideras tormentas de verano, las que refrescan el ambiente exterior y nos anuncian que el calor insufrible se esfuma lentamente. Pronto será el momento de retomar la actividad diaria, bendito trabajo que nos ayuda a salir adelante. Cuántos darían lo más querido de ellos por poseer un puesto donde desarrollarse como ser humano y obtener a cambio el consabido sueldo que les permita sobrevivir en esta época de penurias no buscadas.

Es hora de rememorar los días pasados, de recordar los buenos momentos disfrutados en la mejor compañía...La de los auténticos amigos. Esos pocos que se cuentan con los dedos de la mano. A mi me sobra alguno. Pero me enorgullece contar con los que tengo de verdad, aunque a diario no estén a mi lado. Es imposible; la vida no puede darte todo. tener buena gente en tu vida y que además estén cerca...

Ha sido una buena temporada alejada de la rutina cotidiana, aprendiendo a ver que hay algo más que levantarse como un autómata y pasarse diez o doce horas al día dedicadas a una tarea, que no por ser de tu agrado, te quita tiempo para ser tú mismo. Tiempo para recargar pilas como se suele decir, relajarse en los parajes que esta tierra nos tiene guardados a la espera de que decidamos descubrirlos y disfrutarlos.

Para otros, en cambio, será el momento de comenzar su descanso;  pero como todo pasa rápidamente, dentro de un tiempo relativamente corto, volveremos a encontrarnos bien en persona, bien a través de las tecnologías que todo nos permiten y a la vez nos esclavizan.

En breve habremos de dejar atrás esos momentos de placer, pero no por ello los olvidaremos en nuestro interior. Los traeremos a la memoria cada vez que el día a día nos agobie y sentiremos un soplo de aire rejuvenecedor a nuestro alrededor. Energía que nos hará salir adelante de cualquier situación contradictoria y que nos empujará a seguir nuestro camino. Ese que cada uno ha elegido....o quizá el que el destino nos tiene marcado. Nunca se sabe...

miércoles, 7 de agosto de 2013

El Norte

Algo que no conviene perder nunca. Pero esta vez no es eso a lo que me refiero en estas líneas. Hablo ahora de una zona de este país a la que siempre profeso autentica devocion. Por su estampa, su gente, su climatología y su gastronomía. Cualquier parte de la costa cantábrica me enternece, aun solo con mirar sus alrededores. Montañas verdes a cuyas faldas siguen pastando los animales, los que ya no vemos y disfrutamos en las capitales grandes, pensando que por ello no existen salvo cuando lo vemos en un plato de comida troceado y aderezado de mil formas. Y un poco mas alejado, el mar azul.Ese mar oscuro y bravío que hace zozobrar embarcaciones de gran tonelaje cuando el cielo se lo propone. Un mar que casi siempre anda alborotado por sus corrientes y que impresiona desde lo alto de sus acantilados. Y me gusta, vaya si me gusta. Podría decirse que me encuentro en mi propia tierra, aunque no sea de aquí. O es que no soy de ningún sitio en concreto y de todos al mismo tiempo. Los que hemos visto la luz por primera vez en la capital no somos de ninguna zona. Y de todas, sin embargo. Pero algo tiene esta parte que me atrae más que otras. Un encanto melancólico que me conmueve por dentro. No me imagino en invierno cómo puede llegar a ser esto, pero seguro que impresiona hasta límites insospechados. Los pueblos marineros y los de montaña también, todos ellos dejan una imagen en mi retina, imposible de borrar y que los meses venideros, envueltos en la vorágine cosmopolita harán que vuelva a desear estar aquí. Un placer. Un auténtico placer para los sentidos.