A través de mis publicaciones en este humilde y simple blog siempre he dejado ver que de alguna forma soy (o al menos lo intento) un espíritu "semi libre", ya que en este mundillo moderno que nos toca aguantar y sufrir ser y sentirse libre es mucho más complicado de los que parece. Y es más complicado porque tenemos pocas herramientas y la mayor parte de ellas están capadas. Entre ellas una de las más básicas, que es nuestra capacidad de expresarnos por diferentes vías, bien sea hablada escrita o incluso cantada.
Algo que en un principio debería ser habitual y que según nos cuentan está garantizado en nuestra ley de leyes, (o sea en la Constitución) pero que cuando se hace realidad y lo expresado no coincide con las normas marcadas y establecidas por las élites, se convierte en una especie de boomerang que te vuelve con la misma fuerza con la que lo has plasmado. Y lo primero con lo que nos tropezamos en este sentido es con la forma en la que lo hacemos. Antes, y me refiero a hace algunos años, no tantos como pudiera parecer, te podías expresar con cierta libertad y sin tantas ataduras como parece que tenemos ahora. Y es que a lo que algunos llaman progreso y lo llamo un retroceso. En otras épocas uno se ponía a escribir o incluso hablar con alguien de confianza y no tenía que pensarse dos o tres veces lo que iba a decir. Tan solo había que tener cierto cuidado con no menospreciar ni insultar a nadie, como es lógico, pero no por ello cambiar el sentido de nuestra expresión.
Los de arriba, y me refiero a los que nos guían como pastor al rebaño, nos van marcando el camino por el que debemos circular, con rectas y curvas, pero bien delimitado para que no nos desviemos de la senda. Pero ojo, cualquiera en sus cabales, desearía que los pastores que te conducen te allanaran el camino que de por sí ya tiene suficientes piedras y altibajos. Pero la realidad es la contraria en la mayoría de las ocasiones. Lejos de aplanarnos el camino, lo que tratan es de ponerte más chinitas que al andar se te van metiendo en los zapatos sin darte cuenta y cuando te quieres dar cuenta tienes que hacer una paradita, quitarte el zapato y vaciarlo sin entender como se te ha podido llenar. Porque en tu inocente caminar has ido mirando dónde pisabas, pero que no te ha servido de nada. Tu ibas pensando que el camino era fácil y llano y te has equivocado de cabo a rabo. Y no es que te hayas equivocado, es simplemente que eras bien pensado y nunca hubieras contemplado la mínima posibilidad de que los servidores públicos se dedicaran a hacernos la vida diaria un poco más tranquila y llevadera.
Pero la realidad que nos ha tocado es más tozuda de lo que hubiéramos imaginado. Y tenemos ejemplos para todos los gustos y no hace falta ser muy rebuscado ni mal pensado. Pero tengo una cosa muy clarita, y es que todo, o casi todo tiene una intención menos clara y transparente de lo que nos quieren hacer ver. Y no se trata de mirar para otro lado, que con eso no se consigue nada. Se trata fundamentalmente de no estar ciego, o cuando menos miopes, y ver más allá de las falsas apariencias con las que quieren engañarnos a cada momento.
Y esto lo podemos deducir si analizamos los discursillos con los que a diario, y varias veces al día, nos transmiten desde los diferentes tipos estamentos políticos y periodísticos. Y ya sabemos que la información que se nos suministran, tanto la gratuita, como la que pagamos no es imparcial en absoluto. Ahora podemos elegir las fuentes de información que más nos interese. El formato papel casi ha desaparecido en beneficio de la información digital, en cualquiera de sus soportes o dispositivos.
Y es que con tanto progreso hemos perdido lo más básico. El raciocinio y la capacidad y libertad de pensamiento. Ahora todos tenemos que pensar y opinar lo que nos han marcado previamente. Y en este sentido, el refranero español es muy rico. Dichos como "no hay más ciego que el que no quiere ver" cobran en la actualidad todo su sentido.
Ahora todo debe ser inclusivo, aunque no signifique nada y parezca una aberración lingüística. Pero es que te guste o no, si no sigues las normas y bobadas no estás en la realidad. Y aunque no estés de acuerdo y se te revuelvan las entrañas tienes que hacer como que lo entiendes y estás de acuerdo. O sea, que tienes que adaptarte, sí o sí. En nuestra mano está cómo nos tomamos los hechos y cómo los encaramos. En fin, que hay que distinguir lo verdaderamente importante para nuestra vida y el resto echárnoslo a la espalda, que con el movimiento del caminar se irá cayendo. Y solo quedará lo que esté bien. Y por favor, no seamos tan inocentes y bien pensados con los pastores. Su único objetivo es hacer que el rebaño no se pare y siga la senda establecida. Y es que los elementos para dirigirnos son múltiples y variados, incluso inverosímiles.