martes, 7 de febrero de 2023

Desde mi faro

 
Desde hace casi un año, y fruto, o como consecuencia de un episodio que apenas puedo recordar, mi vida se ha visto transformada de cabo a rabo.

Tras una vida laboral, conectado a diario y casi a todas horas con un montón de buenos compañeros en todo el territorio, no me daba cuenta, o a lo mejor tenía que ser así, de que mi vida no era lo satisfactoria que debía ser. Y quizá por ello la propia vida se encargó de recordármelo mediante una experiencia desagradable pero aleccionadora. Y es que muchas veces, la mayoría de nosotros estamos inmersos en una rutina que no nos deja ver más allá de lo que tenemos delante. Otras veces es porque nosotros mismos nos negamos a ver la realidad ya que no es de nuestro agrado. Y motivos no nos faltan, por supuesto. Toda enfermedad y lo que ella  conlleva pasa factura y es bastante difícil recuperar la normalidad. Aunque como dice mi querida "Maestra" es todo cuestión de tiempo y hay que aprender a tener paciencia. Pero hasta para tener paciencia hay que aprender. En esta vida nada sucede por azar ni a destiempo. El secreto está en darse cuenta y sacar la moraleja que toda experiencia esconde. Eso lleva tiempo, pero lo importante es no desfallecer en el intento. Y es duro, por supuesto que es duro, y largo y tedioso el camino de salida. Pero hay que confiar en que todo tiene un sentido aunque no lo veamos en un primer momento. Por la cabeza, esa que mucha gente utiliza para adornarse o ponerse un gorro, pasan muchas cosas. La mayoría de ellas pensamientos que nos asaltan e inundan como tsunamis inesperados, pero que ponen patas arriba nuestras propias creencias y convicciones. Y está claro que desecharlos no es tarea fácil. De ahí que en los tiempos que corren hayan florecido especialidades como la psicología y la psiquiatría, tan de moda en algunos países. Y no soy yo precisamente un fanático dichos profesionales. 

Algunos preferimos confiar en nuestra intuición y buscar la salida de forma un tanto heterodoxa. Y es que estoy convencido de que el poder interior del ser humano es mucho más poderoso de lo que creemos.

Tras casi un año de aislamiento, y sin grandes pretensiones, uno empieza a vislumbrar en el horizonte una pequeña luz a lo lejos. Tan pequeña que al principio casi no puede distinguirse dentro del océano. Pero está ahí. y con tiempo, esfuerzo y calma veremos que poco a poco se va haciendo más nítida y se acerca despacio. Muy despacio.... Pero sin pausa.....

Durante el tiempo que ha transcurrido han pasado muchas cosas, agradables unas y otras no tanto. Y a mí me está costando asumirlas. Tengo la cabeza llena de preguntas para las que no hallo respuesta de momento, pero no dejo de confiar que tarde o temprano las encontraré. De momento sigo viviendo el día a día que no es poco, con mucha tristeza pero al mismo tiempo con esperanza de que todo siga el curso establecido. Como dice el refranero, "tranquilidad y buenos alimentos". 

martes, 17 de enero de 2023

El sentido de nuestra existencia


 Tiempo hace que no me pongo a escribir, pero es que últimamente no he encontrado muchos temas sobre los que comentar nada, al margen de las noticias políticas y de sociedad que no me interesan lo más mínimo y en las cuales no pierdo ni un minuto de mi valioso tiempo. Y lo digo así de claro porque el tiempo terrestre es una magnitud que al margen de ser medible nos deja constancia de cómo van sucediendo los acontecimientos en nuestra vida. Unos más de nuestro agrado y otros menos, pero todos forman parte de nuestra existencia. Hay situaciones que uno las elige y otras que te vienen impuestas por el devenir de los acontecimientos. Pero hay algo que todos, en algún momento nos planteamos y debemos encontrar una respuesta que nos satisfaga. 

Y esa pregunta tan manida y manoseada es : Cuál es el sentido y objetivo de mi vida???

Y lo triste y descorazonador es llegar a una determinada edad física, que no emocional ni mental y seguir haciéndote esa pregunta casi a diario.

Y es que nos pasamos gran parte de nuestra vida diaria realizando tareas completamente repetitivas sin pararnos a pensar cuál es el objetivo de nuestra humilde existencia.

Todos los días nos levantamos para ir a trabajar, con objeto de pasar un puñado de horas hipotecado para que alguien a final del mes te ingrese la nómina que te permita seguir otro mes, o muchos años enganchado al sistema.  Y así vamos tirando las 24 horas de cada día, repitiendo la misma rutina y sin pararnos ni un minuto a pensar en el sentido que tiene todo ello. Nos movemos con prisas en una sociedad que no para ni para coger aire de nuevo y seguir respirando.

Pero quizá una de las sensaciones más tristes es no saber por qué haces las cosas ni para qué. Y la pregunta es bien sencilla y al tiempo difícil de responder. Y es que todos nos enganchamos a un carro al que nos dicen que hay que subirse, sí o sí, te guste o no te guste, sin saber hacia donde se dirige el carro ni quién lo conduce.

Normalmente, o en la mayoría de los casos el carro lo conducen otros, pero nunca te dicen hacia dónde van. Simplemente te invitan a que subas sin hacer preguntas o te quedas tirado en el suelo hasta que vuelva a pasar otro carro y te vuelvan a invitar a subir.

Pero una cosa está clara, tú solo eliges subir o quedarte en tierra. todo lo demás no depende de ti. Nuestra capacidad de elección es bastante limitada. Si decides subir serás bienvenido y tendrás las gratitudes y alabanzas de los que ya se han montado, y si te quedas en tierra serás considerado un proscrito o como se dice ahora "negacionista". Esa palabrita de moda que se han inventado para menospreciar al que no comulga con lo establecido y se cuestiona lo incuestionable. Y por supuesto será mal visto y criticado por todos, aunque en lo más intimo de tu alma estés convencido de lo que haces y el por qué.

Pero todos deberíamos saber a qué hemos venido a este mundo. Si para ayudar a los demás o para enriquecernos con dinero y ego. Porque a ambas son 2 formas de hacerse rico. Unos viven del estatus social y otros del poder que te otorga tener bien rellena la cuenta bancaria. Pero al margen de estas banalidades nada más.

Muy desalentador en el segundo de los casos. En cuanto al primero de ellos existen diferentes formas de hacerlo. Bien a través de la transmisión de nuestros conocimientos, de forma altruista o remunerada. Porque al mismo sitio se puede llegar por diferentes caminos, mientras tengas claro el destino de tu vida. Entre un profesor un misionero no hay tanta diferencia, salvo la forma en la que cada uno es retribuido. 

La duda importante es levantarse cada mañana y tener claro qué vas a hacer en las horas que tienes por delante y por qué y para qué. Y está claro que ganar dinero no es suficientemente atractivo, pues el dinero lo mismo que se gana se gasta, y aunque ayude, no nos da la felicidad y paz interior que necesitamos como seres humanos.

Por tanto, la pregunta no es baladí en absoluto. Sentirse bien interiormente con uno mismo es reconfortante y gratificante. Sólo así conseguiremos tener un momento de descanso que nos nutra de energía y vitalidad para afrontar un nuevo amanecer. Porque los días pasan y no vuelven, y está claro que nuestro día a día no puede estar basado en quedar con los amigos, salir a comer o cenar o irse de cañas. Tiene que haber de todo, pero ninguno de esos pueden ser nuestros objetivos vitales. Al menos así lo entiendo yo, y así lo he entendido siempre. 

Por ello, considero de suma importancia la pregunta. Debemos entender que un ser humano es algo más que un cuerpo físico y que el "alma" o espíritu son parte inseparables de nosotros mismos y al mismo tiempo son complementarios.

Llegados a este punto lo dejo y me retiro a mis aposentos a seguir buscando en mi interior ese objetivo que me haga sentir bien conmigo mismo y el entorno que me rodea.

Y prometo que cuando vaya descubriendo algo lo dejaré también escrito por si a alguien le sirve de ayuda.




martes, 25 de octubre de 2022

Los nuevos tiempos

 

Hace un par de años se escuchaba un mensaje extraño en los medios de comunicación. Tras encontrarnos de lleno inmersos en una situación jamás antes imaginada, la frase más repetida desde los poderes era que una vez que todo pasara recobraríamos la normalidad. Pero no la que teníamos y conocíamos, sino una "nueva normalidad", Y algunos inocentes como el que esto escribe nos quedamos tan solo con la frase, sin pararnos a pensar lo que se ocultaba tras esas dos palabras. Y es que detrás había todo un proyecto de transformación, tanto del comportamiento individual como colectivo. Ahora nos podemos dar cuenta del alcance real. Si alguien estaba pensando en que el tema se quedaba en la utilización de los bozales estaba tan equivocado como yo. Eso no era más que un señuelo para jugar al despiste generalizado. El trasfondo del cambio se escondía bien tapadito para que nadie lo pudiera ver a primera vista. Todo formaba parte de una grotesca mascarada escondida tras las apariencias. Y fuimos muy torpes para no darnos cuenta de que donde esté el ser humano no hay que fiarse ni un pelo. Todo está disfrazado y oculto, pero con el tiempo, y gracias a que algunos nos hacen despertar del ensueño vamos descubriendo el verdadero alcance de los cambios. En los últimos años hemos hipotecado gran parte de nuestros derechos y libertades sin darnos cuenta, entretenidos con las memeces televisivas pero sin profundizar en el meollo de la cuestión. Y aquí nos encontramos ahora, sin saber cómo actuar en las situaciones más comunes y cotidianas. Todo lo que gira a nuestro alrededor parece igual que antes, pero no. Ahora gira en otro sentido. Nuestras costumbres más cotidianas ya no son las mismas. 

Y para darnos cuenta del cambio de costumbres, un ejemplo. Ahora no puedes acceder a tu entidad bancaria, o a cualquiera de las múltiples actividades diarias sin "cita previa". Y evidentemente esa cita siempre has de obtenerla mediante la conexión a internet, bien desde un ordenador o a través del móvil. Y es que ahora la tecnología nos ha comido el terreno y somos incapaces de hacer ni lo más básico si no tenemos el artilugio inteligente entre las manos. Cualquier empresa moderna bien privada o pública dispone de propio portal web al que sí o sí debes acceder apara cualquier gestión. Lo que antes se hacía con una simple llamada telefónica ahora se convierte en una gran hazaña, si es que se consigue, claro está. Porque la tecnología que nos invade, lejos allanarnos el camino y facilitarnos las cosas se ha utilizado para otros fines. Sin ir más lejos, el famoso teletrabajo que tanto nos entusiasmó en un primer momento se ha vuelto en una trampa de dimensiones insospechadas, salvo para los dirigentes de las empresas. Con tal medida se han ahorrado un montón de puestos de trabajo y han suprimido muchos servicios, lo que para la cuenta de resultados puede haber sido rentable, pero en detrimento de nuestros hábitos y libertades.  Y nos lo han sabido vender como algo bueno pues decían que facilitaba la conciliación familiar. Y en el fondo para lo que sirve es para que desde el domicilio rindas más y trabajes más horas que por supuesto no vas a ver reconocidas. Y eso implica que son necesarias menos personas. Menos costes de infraestructuras y servicios por el mismo precio.

Y este ejemplo lo podemos aplicar a cualquier actividad que imaginemos, por simple que sea. Y es que como decía antes, donde esté el ser humano y su afán de ambición de poder y dinero los límites se han borrado de un plumazo. Nuestros derechos se ven mermados poco a poco sin que seamos conscientes de ello hasta que un día te paras a pensar en algún momento pasado y el actual y te das de bruces con esta nueva realidad que ni en la peor pesadilla de tus noches hubieras soñado. Y por supuesto eso son lentejas.... Y si discrepas de algo no te preocupes que para eso las leyes, órdenes y demás legislación ya lo tienen contemplado en algún parrafillo oculto. El caso es que siempre hay que tragar con todo y no rechistar, ya que si lo haces serás mal visto por los demás. O también te pueden tachar de negacionista, aunque no niegues nada, claro. Esto es lo que yo llamo una sociedad controlada y aborregada. Pero claro, esto solo es una visión personal que no tiene por qué ser compartida. Y podría estar horas y horas poniendo ejemplos y no habría suficiente espacio para ello. Pero me quedo ahí, sólo con estos ejemplos y con la esperanza de que poco a poco todos despertemos y reaccionemos ante tamaña mentira y manipulación. Siento una verdadera tristeza y lástima por el tipo de sociedad que nos están imponiendo, y por todos aquellos que de alguna forma se han visto y se verán perjudicados por estos cambios. Pero supongo que todo esto que digo es culpa de mi forma de pensar y razonar, y claro está, es mi problema y debo resolverlo yo. Y si no le encuentro explicación y sentido pues como dice el dicho: " Ajo y Agua". En fin, esto tiene mala pinta y peor arreglo. O sea que paciencia y esperar que pase de la mejor forma posible.

viernes, 9 de septiembre de 2022

La Rueda del Tiempo

 

Hacía mucho tiempo, casi ni me acuerdo ya, que no me sentaba tranquilamente al ordenador. Y hoy, sin haberlo pensado apenas de repente me he encontrado frente a la pantalla. Y ha sido un re-encuentro con la fotografía que tantas veces me ha ilusionado. Una vuelta hacia atrás en este devenir terrestre, y sin apenas darme cuenta he estado revisando imágenes de las que ya ni  recordaba. Una de las carpetas revisadas, casualmente era la de los archivos gráficos de mi jubilación. Una comida con los mejores amigos que he tenido la oportunidad de conocer y con los que he compartido un montón de ocasiones. Y al revisarlas me he puesto triste al comprobar que ahora hay algunos que ya han pasado a otro plano y con los que me gustaría echar una pequeña parrafada y ya no puede ser. Al menos por la misma vía que antes. Es decir, cara a cara, mirándonos a los ojos. Como hacíamos hasta entonces. Y luego, al terminar la comida o la cena, darnos un sentido abrazo y despedirnos cariñosamente hasta el siguiente evento

Pero hay cosas que no pueden volver a ser igual. Y no es porque no queramos, sino porque ya no pueden volver a repetirse. Y es que aunque no seamos conscientes a cada minuto, la vida pasa. Esta sucesión de hechos que como las ruletas de las ferias siguen su curso. Y eso pasa con el tiempo. Que inexorablemente sigue avanzando y cuando quieres volver la vista atrás te ha adelantado sin apenas ser conscientes de ello. En esta sociedad tan ajetreada hay una frase que se repite una y otra vez: "Vive el momento y disfruta". Porque el pasado ya no vuelve más que en nuestros recuerdos y el futuro es incierto y siempre está por llegar. Y no se puede saborear y disfrutar hasta que no se convierta en presente. Sé que lo que acabo de escribir está muy bien para decirlo cuando proceda, pero debería ser algo más que una frase. Debería ser una práctica habitual que todos los días nos moviera por dentro al despertarnos y nos sirviera de objetivo. Pero también soy consciente que ponerla en práctica es más complicado, o al menos así me lo parece. Y es que los recuerdos pesan mucho y llega un momento que te superan y te cambian el estado de ánimo. Unas veces para alegrarte y otras no tanto. Y si encima son recuerdos de gente que ha pasado es difícil abstraerse y olvidarlos. Pero está claro que hay que ser fuertes, muy fuertes para conseguirlo. Nuestro camino ha de de seguir adelante, aunque a veces nos cueste entenderlo. Por eso, encontrar algo que nos evada y nos aleje de la triste realidad también tiene su mérito. Y sé que no es nada fácil. Por eso me encuentro ahora escribiendo estas líneas. Ha pasado ya el verano, con su insufrible calor, del que nadie tiene la culpa ya que es cíclico y todos los años viene por las mismas fechas. Y ahora nos encontramos a las puertas de una nueva estación meteorológica que invita a la quietud del cuerpo y del alma. Y esta etapa previa al invierno terrestre también pasará y así sucesivamente. Y mientras tanto la Rueda del Tiempo sigue dando vueltas y siempre hacia adelante.



martes, 6 de septiembre de 2022

La tozuda realidad y nuestra forma de encararla


A través de mis publicaciones en este humilde y simple blog siempre he dejado ver que de alguna forma soy (o al menos lo intento) un espíritu "semi libre", ya que en este mundillo moderno que nos toca aguantar y sufrir ser y sentirse libre es mucho más complicado de los que parece. Y es más complicado porque tenemos pocas herramientas y la mayor parte de ellas están capadas. Entre ellas una de las más básicas, que es nuestra capacidad de expresarnos por diferentes vías, bien sea hablada escrita o incluso cantada.

Algo que en un principio debería ser habitual y que según nos cuentan está garantizado en nuestra ley de leyes, (o sea en la Constitución) pero que cuando se hace realidad y lo expresado no coincide con las normas marcadas y establecidas por las élites, se convierte en una especie de boomerang que te vuelve con la misma fuerza con la que lo has plasmado. Y lo primero con lo que nos tropezamos en este sentido es con la forma en la que lo hacemos. Antes, y me refiero a hace algunos años, no tantos como pudiera parecer, te podías expresar con cierta libertad y sin tantas ataduras como parece que tenemos ahora. Y es que a lo que algunos llaman progreso y lo llamo un retroceso. En otras épocas uno se ponía a escribir o incluso hablar con alguien de confianza y no tenía que pensarse dos o tres veces lo que iba a decir. Tan solo había que tener cierto cuidado con no menospreciar ni insultar a nadie, como es lógico, pero no por ello cambiar el sentido de nuestra expresión.

Los de arriba, y me refiero a los que nos guían como pastor al rebaño, nos van marcando el camino por el que debemos circular, con rectas y curvas, pero bien delimitado para que no nos desviemos de la senda. Pero ojo, cualquiera en sus cabales, desearía que los pastores que te conducen te allanaran el camino que de por sí ya tiene suficientes piedras y altibajos. Pero la realidad es la contraria en la mayoría de las ocasiones. Lejos de aplanarnos el camino, lo que tratan es de ponerte más chinitas que al andar se te van metiendo en los zapatos sin darte cuenta y cuando te quieres dar cuenta tienes que hacer una paradita, quitarte el zapato y vaciarlo sin entender como se te ha podido llenar. Porque en tu inocente caminar has ido mirando dónde pisabas, pero que no te ha servido de nada. Tu ibas pensando que el camino era fácil y llano y te has equivocado de cabo a rabo. Y no es que te hayas equivocado, es simplemente que eras bien pensado y nunca hubieras contemplado la mínima posibilidad de que los servidores públicos se dedicaran a hacernos la vida diaria un poco más tranquila y llevadera.

Pero la realidad que nos ha tocado es más tozuda de lo que hubiéramos imaginado. Y tenemos ejemplos para todos los gustos y no hace falta ser muy rebuscado ni mal pensado. Pero tengo una cosa muy clarita, y es que todo, o casi todo tiene una intención menos clara y transparente de lo que nos quieren hacer ver. Y no se trata de mirar para otro lado, que con eso no se consigue nada. Se trata fundamentalmente de no estar ciego, o cuando menos miopes, y ver más allá de las falsas apariencias con las que quieren engañarnos a cada momento. 

Y esto lo podemos deducir si analizamos los discursillos con los que a diario, y varias veces al día, nos transmiten desde los diferentes tipos estamentos políticos y periodísticos. Y ya sabemos que la información que se nos suministran, tanto la gratuita, como la que pagamos no es imparcial en absoluto. Ahora podemos elegir las fuentes de información que más nos interese. El formato papel casi ha desaparecido en beneficio de la información digital, en cualquiera de sus soportes o dispositivos.

Y es que con tanto progreso hemos perdido lo más básico. El raciocinio y la capacidad y libertad de pensamiento. Ahora todos tenemos que pensar y opinar lo que nos han marcado previamente. Y en este sentido, el refranero español es muy rico. Dichos como "no hay más ciego que el que no quiere ver" cobran en la actualidad todo su sentido. 

Ahora todo debe ser inclusivo, aunque no signifique nada y parezca una aberración lingüística. Pero es que te guste o no, si no sigues las normas y bobadas no estás en la realidad. Y aunque no estés de acuerdo y se te revuelvan las entrañas tienes que hacer como que lo entiendes y estás de acuerdo. O sea, que tienes que adaptarte, sí o sí. En nuestra mano está cómo nos tomamos los hechos y cómo los encaramos. En fin, que hay que distinguir lo verdaderamente importante para nuestra vida y el resto echárnoslo a la espalda, que con el movimiento del caminar se irá cayendo. Y solo quedará lo que esté bien. Y por favor, no seamos tan inocentes y bien pensados con los pastores. Su único objetivo es hacer que el rebaño no se pare y siga la senda establecida. Y es que los elementos para dirigirnos son múltiples y variados, incluso inverosímiles.


martes, 30 de agosto de 2022

De nuevo en mi refugio


Como decía en mi anterior entrada, hace ya 2 años, a veces siento que hay multitud de sensaciones y sentimientos que no son fáciles de plasmar por escrito. Tan solo me invade un deseo irrefrenable de hablar con alguien que me conozca y me pueda entender. Y es que a veces lo que uno quiere exponer no es fácil de explicar y por ello de que los demás lo entiendan perfectamente. Desde hace 2 años, la vida nos está cambiando de forma acelerada y nunca antes imaginada. Y no deja de sorprendernos a cada momento. Unas veces para bien y otras no tanto, pero en el fondo de cada giro hay una "moraleja" oculta y que debemos encontrar para poder entender nuestra vida y lo que acontece a nuestro alrededor. Sé que no es nada fácil, y lo digo con pleno conocimiento. Pero no por ello debemos dejarnos llevar por la parálisis a la que nos quiere atar el modelo de sociedad que hemos creado y en el que aparentemente nos encontramos tan felices. Y es que somos unos animales de costumbre y en seguida nos acomodamos a las nuevas situaciones como si las hubiéramos elegido conscientemente y de forma voluntaria. 

Nada más lejos de la realidad verdadera, ya que gran parte de los cambios sociales que estamos experimentando y sufriendo han sido previamente imaginados, diseñados y puestos den marcha por otros individuos que nos manejan a su antojo y cuyos fines últimos desconocemos. Y quizá sea mejor así, ya que si lo supiéramos nos podríamos quedar perplejos y llenos de indignación. 

Tengo muy claro que el modelo de "suciedad" en el que estamos atrapados es un modelo totalmente consumista y que prescinde de los más básicos principios que has ahora habían regido nuestro camino.

Pero también es muy cierto que gran parte de lo que nos pasa lo hemos elegido nosotros. Cada vez que tenemos la oportunidad de cambiar el modelo volvemos a caer en la misma trampa y por ello volvemos a cometer los mismos errores.

El mundo de los dirigentes que nos mal gobiernan y nos manipulan a su antojo está corrupto desde su misma base y concepción- Y lo mismo da que nos decantemos por uno y otro partido ya que como me decía un gran amigo, la política es un río que sigue su curso de manera inexorable hacia un mar inmenso. Y mientras tanto, cada grupo político camina por un lado de la ribera, siguiendo el curso del rio hacia su inevitable fusión con el mar, Y de vez en cuando, durante ese caminar acompañando las inocentes e inofensivas aguas dulces nos encontramos un puente, y los que caminan por ambas riberas aprovechan para cambiarse de lado. Pero una vez situados en el nuevo lateral siguen caminando siguiendo el curso de las tranquilas aguas. Es decir, todos siguen el mismo camino pero desde diferente posición.

Por eso, está en nuestras manos entenderlo para así intentar cambiarlo en la medida que nos sea posible. Cada vez menos, claro, ya que ellos se encargan de tenernos bien controladitos y sujetos para que no nos desviemos del camino a seguir. No soy precisamente optimista ya que si algo ha quedado demostrado y consolidado en los 2 últimos años es la falta de sentido crítico que tenemos. Un país adoctrinado y en muchos casos subsidiado por nuestros políticos para cambiar nuestros objetivos y nuestra forma de entender la vida y sociedad. Y el que no se adapte será un "negacionista", (palabra mágica que se han inventado a raíz de la pandemia ) y que ahora se utiliza para calificar a los que no comulguen con lo establecido. Y  es que en una sociedad tan totalitaria como la nuestra es un pecado discrepar y tener criterios distintos a los insuflados por los que nos mal dirigen. Ahora se trata de enfrentarnos unos con otros por cualquier tontería y que no hablemos de lo importante. En fin, aquí lo dejo y que cada uno saque su opinión. Porque gustos hay para todos y esta claro que aquí cabemos todos, aunque estemos bastante revueltos y adormilados. Y que nadie se atreva a llevarles la contraria porque se arriesga a ser expulsado de la manada, o al menos estar marcado para el resto del grupo. 

lunes, 10 de agosto de 2020

La propia Esencia

 Durante los últimos meses he tenido la tentación  de dar carpetazo a este espacio y poner fin a la maravillosa aventura de escribir. Las situaciones vividas y las que nos quedan por delante desatan en mí un desasosiego inexplicable, una desazón que hasta ahora no había sentido. Y es que lo que nos ha sucedido nos va a cambiar para siempre. Sin embargo, hoy reconozco que no hubiera sido la mejor opción, pues enseguida hubiera buscado otro lugar en el que verter mis pensamientos, mi forma de ver la vida y mis críticas a una aparente realidad cuajada de mentiras y engaños. Y tras haber dejado que tal idea bailara libremente en el interior de mi cabeza, he comprendido que no era la decisión más oportuna, al menos ahora. Y es que cada ser humano lleva grabado en su ADN la propia esencia de su ser y existir, y a la que es incapaz de renunciar. Por eso no voy a dejar de escribir. En la imagen que acompaña este texto se puede observar que el transcurrir de esa magnitud que llamamos "tiempo" cambia nuestra apariencia física. Pero tan sólo eso. Como cualquiera de los programas informáticos de moda que a base de sofisticados algoritmos son capaces de simular nuestra hipotética imagen en un futuro. Pero ni el tiempo, ni los mejores programadores cambiarán lo que intrínsecamente somos. Y de ello me alegro enormemente.

Cuando era joven, o sea en la imagen del pelo más largo, ya estaba creciendo en mí el gusto y la pasión por determinados temas que con el discurrir de los años se ha acrecentado de manera exponencial.  Al margen de la fotografía como afición, alguien sembró en mí la semilla musical, a la que no sólo no renuncio sino que la convierto en parte de mi dieta diaria.

Y es que estos meses de claustrofobia doméstica han servido para echar una mirada al pasado y dar un repaso a los gustos musicales de la época adolescente. Y también para comprobar que pese a las nuevas tendencias y estilos, sigo siendo fan de los artistas que me marcaron en su día. Y poco a poco, buceando en la biblioteca de discos y compact discs he re-descubierto a los grandes de hace algunas décadas. Ante mí y para mi gozo han aparecido figuras como la de Gram Parsons, quien a pesar de su corta vida nos dejó memorables canciones, tanto en solitario, como a dúo, como en grupo. Fue un icono en la década de los setenta y aunque no tuvo mucho tiempo, nos dejó un legado de grandes temas que aún hoy siguen siendo objeto de versiones por los artistas del momento. El jovencito Gram fue quien dio a conocer a una de las más grandes cantantes americanas. Junto a ella grabó muchos de los éxitos que siguen formando parte de su repertorio. Emmylou Harris, a sus más de setenta años mantiene viva la llama y el espíritu de aquel joven de melena rebelde que una sobredosis se llevó demasiado pronto a otra dimensión. Me imagino qué habría sido si no hubiera muerto tan joven, si hubiera seguido cantando junto a ella en la actualidad. "Love Hurts", "Sin City", "Hickory Wind" y tantas otras podrían formar parte de una imaginaria actuación en la actualidad. Pero la vida no tiene vuelta atrás y tan sólo son sueños incumplidos. Y también pienso que sin la figura de este joven, los Byrds, Los Flying Burrito Brothers, los Ángeles Caídos y algún grupo más no hubieran llegado a donde llegaron sin su colaboración vocal. Sirva este pequeño texto como homenaje a una de las grandes figuras del country - rock de mi juventud y de mi madurez. Y es que cuando uno lo lleva en la sangre siempre acaba por salir a la superficie.....Forma parte de mi propia esencia....

sábado, 30 de mayo de 2020

Se acerca el verano

A 24 horas de entrar en el mes de junio, mes de cumpleaños para algunas y otrora, de vacaciones para otras, seguimos en estado de alarma o alarmismo. Una situación que más allá del control de una pandemia sirve para mucho más y más. La libertad de movimientos se va otorgando por territorios, amigos o enemigos, a discreción del conjunto de sabios invisibles que aconsejan pasar o no pasar de fase. Ya desearía yo estar en la de Steven Spielberg que es la que más me gusta y disfruto. Con seres de otro mundo, distintos a nosotros pero con mejores intenciones.

De esta situación que estamos pasando ya se ha escrito y hablado demasiado. Y también ha llegado demasiado lejos para lo que imaginábamos cualquiera de nosotros. 
Por eso ahora solo pretendo ver el final, ese final prometido que no será como antes. Ya han abierto parte de los comercios, pero con fuertes restricciones de acceso. Es curioso como esta misma mañana, para entrar en una gran ferretería había que hacer cola en la calle esperando detrás de más de diez mascarillas pegadas otras tantas cabezas. Y es que todo esto nos está cambiando más de lo que suponíamos. Hasta lo más sencillo y cotidiano se verá afectado en mayor o menor grado. 

El discurrir libremente por la calle, el entrar a la barra de un bar con un amigo y hablarnos a distancia, ir a un evento deportivo, entrar en una tienda, etc.. todo será distinto. Porque incluso cuando el bicho ya no esté entre nosotros, o al menos a primera vista lo parezca, el miedo al contagio ya ha hecho mella en cada uno de nosotros. Y la obsesión desmesurada también. Hay que ver qué poquito se necesita para tener a la población controlada y qué fácil lo hacemos.

Sin embargo, esta explosión virulenta nos ha enseñado varias cosas a todos. Que no hemos sido diligentes en la adopción de medidas tendentes a atajar el problema que se nos advertía meses antes. Que cuando se ven venir las cosas hay que ponerse manos a la obra para minimizar el impacto de la tragedia y olvidarse de otro tipo de actuaciones que lo único que han conseguido es complicar más las cosas.
Y es que en este país somos muy quijotes y pensamos que con discursos y palabrería se soluciona todo. Pero luego la realidad es tozuda como ella sola. Esa realidad que hace que más de treinta mil seres mal contados ya no estén entre nosotros. Bien es cierto que a lo mejor todo obedece a una ley natural que desconocemos y que los que han ido se tenían que ir de cualquier forma y que el virus solo ha adelantado en cierta forma su partida. 
Ya se nos va advirtiendo que después del otoño probablemente haya un repunte y volvamos a las andadas. Será entonces cuando podremos comprobar si hemos aprendido la lección. Mucho me temo que este país no escarmienta ni en cabeza propia. 

Parce como si todo hubiera sido diseñado por alguna inteligencia extraña empeñada en hundir nuestra economía y por tanto a todos nosotros convirtiéndonos en un territorio de subsidiados con el mínimo poder adquisitivo. Y así no puede funcionar nada, ¡válgame Dios! En vez de cerrar empresas y poner trabas a las existentes para que desarrollen con prosperidad su actividad deberíamos invertir en generar empleo para todos. Que del turismo y el folclore sólo no se mantiene un país. Que deberíamos construir un futuro sostenible sin tanta dependencia exterior.

Detrás de nosotros vienen generaciones muy preparadas en términos generales y con una perspectiva laboral más negra que un crespón y no se lo estamos poniendo fácil para que se abran camino. El supuesto estado de bienestar que tanto ha costado alcanzar está peligrando a pasos agigantados.

Por ello y como siempre digo, pongamos la inteligencia a trabajar y aprovechemos la oportunidad que se nos da y dejemos de mirar nuestros intereses personales en aras del bien común. 

Ah, y  un repaso a las matemáticas más básicas tampoco nos vendría mal: uno y uno igual a dos, y así sucesivamente... Con lo fácil que es, santo cielo....


viernes, 10 de abril de 2020

Lentitud

Muy despacio, como si no quisieran moverse, las agujas de nuestros relojes avanzan con una lentitud extrema. Y es que nuestra percepción del tiempo ha cambiado desde que nuestros hogares se convirtieron en nuestras propias cárceles. A esas a las que por negligencia de unos y protagonismo de otros nos han condenado sin fecha de absolución. Semana tras semana se nos va agrandando la condena y prolongando la liberación. Una puesta en libertad que nos devuelva al mundo real, al que para bien o para mal pertenecemos. Un mundo que con todos sus defectos nos hace ser sentir que estamos vivos y que somos parte de algo más. Este tiempo, que ya va durando más de lo imaginado en un principio está comenzando a hacer mella en nuestro cerebro y quizá también en otros órganos. Y es que estar aislados del mundo exterior, del aire y la naturaleza, de poder sentir la libertad de caminar nos está minando por dentro. Empiezan a aparecer síntomas de letargos que en los casos más graves se pueden convertir en una larga hibernación. 

Y para esta lenta travesía no estábamos preparados. Al menos yo. Todo parecía quedarse en unos días tranquilos en tu refugio y ya está. En un abrir y cerrar de ojos, de vuelta a la normalidad.
Pero las cosas no pintaban bien con el discurrir de los días, y pronto nos fuimos despertando a la realidad que se nos venía encima. Nuestra pequeña ilusión se quebró a la primera semana y así vamos avanzando de sábado en sábado.

Está claro que esta situación nos va a pasar factura a todos, a unos para bien y a otros no tanto. Los días que llevamos recluidos y los que por desgracia se avecinan en el horizonte más cercano nos van a dejar en un estado medio catatónico. No me imagino cómo será el primer día en que nos abran la jaula. No sé si la gente saldrá a la calle como si no hubiera pasado nada, como si nos despertáramos de un sueño del que no recordamos nada, o si por el contrario reviviremos todo lo pasado y nos pondremos a gritar y dar saltos de alegría porque nos han conmutado la pena a la que fuimos condenados. Y en estas circunstancias hay que saber gestionar el tiempo. Ese que no para pero que a veces parece que no pasa. Las manecillas del reloj parecen orugas en su lento caminar. Como si se hubieran quedado sin energía de repente. Al igual que podemos quedarnos nosotros si esto se alarga. Y es que aunque las cifras de fallecidos que nos cuentan los que saben de esto y los que viven de ello vayan reduciéndose, no parece que la situación mejore de forma tan sustancial como para ver un final próximo al cautiverio. Uno ya está harto de programas en los que la única información gira siempre entorno al número de muertos, afectados, curados. Harto de ver cómo este país se mofa de la situación aplaudiendo a una determinada que hora que alguien ha establecido. Y como buenos borreguitos que somos, a los que adoctrinan sin explicación, nos sumamos a estas parafernalias sin acordarnos de los que se han ido en la más completa soledad de los suyos. Y me pregunto si eso es motivo de aplauso y bocinas. 

Más bien creo que es momento de pararnos a pensar un poco en lo que toda esta época nos va a dejar en todos los ámbitos. La economía va sufrir de forma drástica y muchos de los que ahora aplauden van a pasar a engordar la lista de parados sin futuro. Pero aplaudimos a rabiar, eso sí. No se trata de ser un aguafiestas, como alguien pudiera pensar. Se trata de ser más inteligente y vislumbrar lo que se nos vendrá encima cuando la mal llamada cuarentena acabe. Las empresas sin producir, la hostelería cerrada, el país a medio gas y ya veremos lo que tardamos en recuperar el ritmo habitual. Veremos si cuando todo cambie y vuelva paulatinamente a una cierta normalidad seguimos con tantas ganas de reír y aplaudir. O a lo mejor nos entra un rayo de consciencia, quién sabe...

domingo, 5 de abril de 2020

Domingo de Ramos

Este país de tradición mayoritariamente católica, aunque no tanto a la hora de practicar, se va a ver aún más alterado de lo que ya está de por sí. Para muchos la semana próxima será toda ella una Semana de Dolores. Y es que no podrán salir a las calles detrás de sus Pasos e Imágenes. No harán Vía Crucis salvo el que recorran por el pasillo de sus casas, si lo tienen. No habrá procesiones, ni entradas ni salidas de los templos, ni madrugadas con recogimiento, ya que el único será el que tengamos los condenados entre nuestras paredes. El fervor de los costaleros se quedará en una ilusión para el próximo año. No sufrirán en sus carnes el peso de llevar a hombro su talla favorita, no tendrán doloridos los hombros ni los pies con ampollas. Y las saetas improvisadas desde algún balcón no irán dirigidas a nadie. Porque donde debería haber una multitud de fervorosos creyentes no habrá más que el silencioso vacío de unas calles muertas. Como si hubiera pasado un tornado arrasando todo vestigio de vida humana. La próxima semana no será Semana Santa al menos como la conocíamos hasta ahora.