miércoles, 31 de enero de 2018

Momento Café


Los que tenemos la suerte de poder madrugar diariamente para acudir a un puesto de trabajo y llegamos a casa cuando la noche empieza a darnos la bienvenida, necesitamos, o al menos yo lo necesito, un ratito para desintoxicarme de las obligaciones diarias y en algunas ocasiones, hacer un mínimo balance mental de cómo ha transcurrido la jornada. Esa que comienza poco después de las cinco de la madrugada en mi caso y acaba con el crepúsculo.

Ese momento en compañía de un buen café bombón y sentado ante el escritorio es el mejor para unos minutos de relax y reflexión de lo que a ritmo vertiginoso e imparable acontece a nuestro alrededor sin que haya tiempo de enterarnos siquiera. Las noticias fluyen a velocidades inimaginables, unas más que otras y nuestra capacidad de asombro se ve superada en no pocas ocasiones.
En ese momento especial me encuentro ahora mismo, dando vueltas a las neuronas que me quedan y que aún funcionan. Y claro, durante el trayecto a casa, la radio me ¿informa? de casi todo y me pone un poco al día. Y siempre hay hechos que no dejan de llamarme la atención.
Comenzaré con el manido tema nacional-independista del nordeste español, que cada día se supera a sí mismo y ya parece ser una charlotada auténtica. Un vacile sin igual por el “escapado” echando órdagos a diestro y siniestro, pero eso sí, sin dar la cara donde hay que darla. Viviendo a cuerpo de rey, con los gastos pagados, posiblemente por todos nosotros, en un país que no quiere saber nada de él ni de sus peripecias.
El tema es recurrente y todos los días nos aporta un nuevo y grotesco capítulo al estilo de las mejores telenovelas. Y sin solución a la vista, claro. Mantenerse en sus trece, dejar que corra el tiempo y que viva la vida en Bélgica, que pagan los demás.  Lo de la investidura virtual ya es anécdota porque no tiene más recorrido que el de una mala broma que no hace sonreír ni a su autor.
Pero dejando al margen esta sarta de idioteces, en Madrid, y puede que en alguna ciudad más, se está pensando en que los vehículos de más de 10 o doce años acaben siendo prohibidos al tránsito en el interior de la población debido al exceso de contaminación que lanzan al aire. Y todo ello se pretende controlar a través de unas pegatinas coloridas que ha enviado la DGT a ciertos conductores para que la peguen en el parabrisas. Al parecer, y como yo no he tenido el placer de recibir ninguna no lo puedo asegurar, indican el nivel de contaminación del vehículo en cuestión en base a la tecnología utilizada en el año de su fabricación.
Y como siempre pasa, una auténtica falacia con la que nos quieren mangonear una vez más.
Salvo que alguien demuestre lo contrario, hay varias marcas que deliberadamente han manipulados las cifras de emisiones contaminantes de cara a pasar las inspecciones reglamentarias. Entonces la pregunta es la siguiente: ¿Las pegatinas correspondientes a esos años de manipulación en la fabricación, valen para algo? Claramente no, ya que si el parámetro a medir es el año de fabricación, vehículos de 5 añitos pueden estar contaminando realmente mucho más que uno de diez bien mantenido y con poco kilometraje.
Ya han sido varios los colectivos que han levantado la voz en este sentido y que solicitan a la regidora y su ineficaz equipo que den marcha atrás y cuando decidan legislar en este sentido que lo hagan basándose en premisas ciertas y no falsas. Si ya de por sí, el que tiene la suerte de disfrutar de un sueldo normalito para mantener una familia, se las ve y se las desea para llegar a fin de mes sin pedir nada a la visa u otros prestamistas televisivos, sólo hace falta que el totalitarismo del poder les diga que se embarquen cada 10 años en un préstamo para coche nuevo.
Eso sólo se lo pueden permitir algunos colocados pero la mayoría de los habitantes no. ¿A qué quieren jugar con nosotros? Los currantes normales bastante tienen con aguantar sus vehículos hasta que no puedan pagar las averías, o sea, hasta que se caigan a pedazos.
En este país, los precios de los coches nuevos, cada vez más inteligentes y tecnológicos están a la altura de un sueldo anual medio. Cualquiera que eche cuentas, verá que no puede afrontar gastos de esa magnitud cada equis años.
Siempre he pensado que la entrada en el euro, eso que tanto nos iba a igualar con el resto de la Unión a nosotros sólo nos ha traído un empobrecimiento brutal, pese a que alguien quiera demostrarme lo contrario.
Lo que sí se ha puesto a la misma altura son los precios de los productos de consumo, pero se les olvidó actualizar los salarios en la misma proporción. Todo se ha desmadrado libremente y claro ahora nos toca hacer juegos malabares para alcanzar el día del calendario que nos anuncia una nueva paga.
O sea que cuanto más pasa el tiempo, los precios suben, los salarios se mantienen o tiran hacia abajo y los mandatarios nos animan / obligan a que nos endeudemos cada vez un poquito más..
Hasta que la soga nos ahogue del todo y ya no tengamos que preocuparnos más.

Vaya tela marinera y vaya país el que nos ha tocado en suerte… Joder, que asco…. Pero al menos nos queda la super luna azul….

martes, 9 de enero de 2018

Un Espíritu Libre

 Corrían la mitad de los setenta cuando un joven inquieto, con ganas de saberlo todo e inexperto también en todo, como es lógico a tempranas edades, soñaba con que llegara la hora de acostarse y refugiarse entre las sábanas con un libro en las manos hasta que el sueño le rendía.

Al desgranar las palabras y entender las frases se sumergía en un mundo idílico de fantasías en las que vivía todo tipo de aventuras e imaginaba cómo sería la vida de alguno de sus personajes favoritos. Por esa época había una serie de libros de aventura que atrapaban toda su atención de forma que incluso cuando estaba despierto, a veces creía que estaba viviendo esas fantásticas aventuras, al tiempo que pensaba que la vida real era tan idílica como en los libros se describía.
La temática de los libros era, digámoslo así, no muy habitual, ya que pasaba de los magníficos libros de Richard Bach a los más intensos y misteriosos de Raymond Moody.

El espíritu libre de Richard y inolvidable gaviota insuflaron en mí un desesperado ansia de libertad. De cierta rebeldía y también de un sentimiento de pertenencia a un todo que va mucho más allá de todas las religiones humanas.

El sentimiento de libertad, materializado en la vida de un piloto errante al que le hacían falta pocas cosas para tirar adelante en la vida y aprender las verdaderas lecciones de esta existencia. Una vida tan sencilla y a la vez tan gratificante como la de pilotar un viejo Cesna o una Piper de la época, sentir el gruñido de su motor y el viento generado por su hélice frontal que hacían que ese conjunto de chapa y madera bien enlazadas despegara del suelo y le hicieran sentir un ser ingrávido por encima de los demás. Habiendo sido piloto de combate en la guerra, ese espíritu libre hizo del vuelo su pasión y su modo de sustento en la vida, la cual se ganaba dando paseos a la gente que se subía su aparato. Vuelos de media hora, una hora, sobrevolando los campos y pueblos de Illinois, Wisconsin y demás estados. Paseos agradables, tranquilos con el único objetivo de hacer que los que le acompañaban sintieran la verdadera libertad de surcar los cielos sintiendo el fresco aire en sus caras. Así se ganaba la vida, al tiempo que escribía los libros que describían sus peripecias, no exentas de contratiempos también que solucionaba con ingenio y a veces con resignación. El vuelo le hacía trascender a un plano superior y comprender la verdadera naturaleza del ser humano y de sus propósitos en esta vida.

Resultado de sus experiencias fue el increíble Juan Salvador Gaviota, un ave desterrado por sus congéneres dado el ansia de ir más allá de lo conocido y probar nuevas técnicas de vuelo que le permitieran subir más alto y estable que los demás y realizar acrobacias más arriesgadas. Un afán de conocer todas sus posibilidades y explotarlas al máximo a fin de trascender más allá. Una vez que lo consiguió, el resto de su familia le admiró, no sin sentir un poco de recelo y desconfianza hacia quien se había atrevido a desafiar ciertas leyes naturales, pero que les había demostrado a todos ellos que otra vida era posible. Que no valía con conformarse con lo establecido y con lo que los ancestros le habían enseñado. Desafió y retó a todos hasta que los dejó atónitos y rendidos a sus pies. Y a partir de ahí se convirtió en un Maestro para todos ellos.

Los libros de Richard Bach y su modo de entender la vida dejaron huella en mi espíritu para nunca salir. Es por ello, que el mundo de la aviación siempre me ha llamado la atención, y aun sabiendo que mis condiciones físicas no me permitirían nunca llegar a alcanzar la condición de piloto profesional, el destino quiso que la temporada del servicio militar se desarrollara en el ambiente aeronáutico, primero jurando bandera al lado de los aparatos del ejército del Aire en Getafe y luego tratando con los enfermos y algún que otro herido en el hospital del Aire.

Allí desapareció mi otra vocación frustrada, la de médico, que también desde que era un rapaz me ilusionaba tanto o más como la de piloto.
A estas alturas, y con el transcurrir de los años, ambas profesiones gozan de mi admiración por su valentía en cualquiera de sus vertientes. Y mi afición por volar cada día se convierte más en un auténtico disfrute cada vez que subo a un aparato, casi siempre en vuelos de corta duración, salvo cuando he cruzado el atlántico o viajado a otros países del continente.
Todos esos recuerdos han vuelto de repente a mi y me han transportado a aquellos tiempos de sueño adolescente. El pasado noviembre tuve la ocasión, deseada durante muchos años, de visitar el Museo del Aire, en el recinto colindante a la base aérea de Cuatro Vientos en Madrid. Justo al lado de la escuela de transmisiones del ejército donde tantas veces realicé los ejercicios de instrucción militar.

El Museo del Aire alberga multitud de aparatos de varias épocas, que han participado en diferentes contiendas y que muestran la evolución de las máquinas desde que el hombre comenzó a diseñarlas. Denostadas antigüedades que en su momento fueron novedades en el mundo de la aeronáutica. Hasta los prototipos más impensables tienen aquí su recuerdo. Todo para el disfrute de los amantes de la aviación y sus aventuras. Imagino a Richard Bach subido en la carlinga de alguno de ellos y de repente, como por arte de magia, me veo surcando los cielos y viendo la tierra firme desde una perspectiva de libertad absoluta. Y más allá, más arriba, o sabe Dios dónde, el inmenso cielo azul con sus marañas de algodón adornando la estampa. Increíble, intenso, eterno…

De los libros de Raymond Moody y del otro Cielo hablaré en otro momento, ya que esta temática complementa la anterior en cuanto a la búsqueda de respuestas que todo ser humano anhela conocer.



martes, 2 de enero de 2018

Peticiones del viviente


Pues ya estamos de vuelta aquí, otra vez más como cada vez que pasamos la hoja del calendario anual para que todo siga igual o peor, eso sí, con nuestros mejores deseos, claro está.

Y ahora que ha cambiado el último dígito, bien hartito de falsas celebraciones y petardos como casas en las últimas noches, es momento de reflexionar un poquito y mirar al Cosmos al modo que lo hacen esos ojitos de asombro que ilustran este comentario.

Y mirando más allá nos encontramos que en la inmensidad azul hay más de un pedrusco como el nuestro pero diferente. Desde pequeño estudié que en nuestro sistema solar había nueve bolas de piedra y gases como la nuestra. Unas más grandes y otras más pequeñitas…Una de ellas, de tanto encogerse ya no alcanza la categoría de planeta y los que saben de esto nos la han quitado del grupo y a otra cosa, mariposa.

Bien, pues de todas esas bolas hay una que es más afortunada que otras, sí la que brilla con luz… Y en ella pasamos nuestros días hasta que dejemos de pasarlos y nos vayamos, sabe usted a qué otra dimensión estelar.

Los que en ella permanecemos de momento, nos enorgullecemos de considerarnos seres “humanos e inteligentes”, pero tranquilos, es sólo una ilusión. De humanos tenemos lo justito, ya que como humanidad lo estamos haciendo de pena… De auténtica pena….

Hay otras especies, no tan “humanas” claro, que nos dan lecciones cada vez que nos acercamos a comprender su existencia y sus pautas de comportamiento. Y en cuanto a nuestra supuesta inteligencia, qué decir, amigos míos… Que creo que nos hemos equivocado de cabo a rabo escogiendo la palabrita. Porque los seres inteligentes no se comportan como nosotros, qué va, ni mucho menos. A la mayoría de nosotros nos guían los siete pecados capitales que se quedan muy cortos. Nuestro comportamiento se basa en la hipocresía, la envidia y la inmoralidad más denigrante. Y si no, cómo entender que nos pasemos las horas, días y años dando charlas de buen comportamiento para con los demás y a renglón seguido nos estemos haciendo la puñeta hasta reventar de satisfacción. Los dirigentes hablan continuamente de acabar con los diferentes conflictos bélicos que se extienden por el planeta al tiempo que hacen caja suculenta con la venta de armamento a los menos agraciados para que se sigan exterminando. Hipocresía pura, inmoralidad perfecta. Sus barrigas llenas de los mejores productos mientras que otros rebuscan un miserable grano de arroz que llevarse a la boca.

Pienso si somos dignos de la existencia que nos han regalado. Hablo siempre a nivel global porque es obvio y patente que siempre hay excepciones, como muchos casos que yo me alegro de conocer de cerca y que efectivamente sí se mueven por una suerte de valores éticos. Pero claro, esa buena gente no es suficiente como para contagiar al resto y hacer de esta Tierra un hogar saludable y agradable para todos.
Por eso cuando se acerca la fecha en la que dicen que vienen los Magos, se desata en mí un auténtico torbellino de peticiones para todos.

Que durante este recién inaugurado año, la lucidez y el buen hacer guíen mis actuaciones para con los demás. Que el sentido de justicia y moralidad me impidan adoptar decisiones arbitrarias y equivocadas que puedan menoscabar el respeto y la dignidad de mis congéneres.

Y esto que pido para mí, también lo pido para todos nosotros. Y es que desde luego hay que ser auténticos Magos para hacerlo realidad visto lo visto hasta la fecha. Llevan un puñado de siglos intentándolo y nada, ni pizca de mejora.

Y puestos a pedir, que se lleven a todos los polítiquillos a otra de las bolitas que hay por ahí flotando, la más lejana, si puede ser, para que tardemos más en volver a encontrarlos. Que se queden allí de por vida y que nos dejen en paz al resto.

Ah, y que se lleven como acompañantes a los asesinos, egoístas, egocéntricos, robaperas, especuladores, sinvergüenzas, “maquiavelos” y demás fauna que nos rodea, que no es poca.
Así sólo nos quedaríamos la gente sensata, de buen corazón, la que tiene espíritu de superación y mejora pero no a cualquier precio. La que no siente ganas de fastidiar a nadie y tampoco el objetivo de adoctrinar para poner en práctica ocultos y perversos planes. La que ayuda sin pedir nada a cambio.

Mira que tiene delito que habiendo tantos “mundos” flotando a la deriva nos hayan tenido que concentrar y mezclar a todos en el mismo globo. Vaya fallo garrafal de diseño, leche…… La Ley de Murphy en todo su esplendor: “Si algo puede salir mal, saldrá mal… “  y “ si algo debe salir bien, también saldrá mal”. Y es que somos auténticos Caínes y Abeles desde el principio.

Esperemos que esto tenga arreglo algún día, aunque sea echándonos una manita desde fuera...

¡¡¡Con lo felices que éramos de pequeños, coño!!!