sábado, 11 de agosto de 2018

La insufrible publicidad


No hace falta echar la vista muchos años atrás para darnos cuenta del ritmo al que van cambiando las cosas más cotidianas. El simple acto matutino de levantarte un sábado, salir a comprar la prensa y aprovechar a tomarte un cafetito sentado en el bar del barrio y pasarte media hora o más leyendo el periódico tranquilamente ha pasado a mejor vida de un plumazo de trazo grueso gracias a las nuevas y veloces tecnologías que muchas veces, lejos de facilitarte las tareas te las hacen más complicadas.

En el tema de la prensa escrita, es fácil comprobar cómo ha ido en declive de una forma inexorable y sin vuelta atrás. Pocos son los que aún compran un periódico cuando lo tienen gratis en internet a través de la página web correspondiente. El negocio del periodismo ya no vende, o al menos tal y como lo teníamos entendido desde siempre. Ahora todo es digital y el que no se incorpore pierde el tren de la actualidad en menos que canta un gallo.


Ahora para estar un poco informado has de estar constantemente conectado a la red, bien a través de internet, bien a través de las llamadas "redes sociales" que tan de moda están y que se han convertido en los canales oficiales para que políticos, famosillos y cualquiera hagan sus declaraciones y comentarios.

Es evidente que el nacimiento de internet revolucionó nuestra forma de comunicación y relación con el resto del mundo en cuestión de segundos. Un logro que venía a facilitarnos la vida, ayudarnos a buscar lo que no sabíamos sin necesidad e ir a una biblioteca pública o gastar cantidades desorbitadas en libros que luego no nos servirían para nada. Todo pintaba muy bien, pero evidentemente estos modelos de negocio no se mantienen del aire. Al igual que en el soporte papel, la publicidad tiene una relevancia significativa ya que es la que ayudaba al mantenimiento de los periódicos y revistas, además del  precio que soportaba el cliente.

Soy de los que desde el primer momento me incorporé al nuevo mundo digital aprovechando las ventajas que éste ofrecía. Nada en la vida es ni bueno ni malo, todo con mesura cumple una función necesaria para el desarrollo de las culturas.

El problema viene cuando no hay medida ni límites ni ganas de ponerlos. Es aquí cuando todo se desmadra y se pierde el objetivo principal.

Si ahora, esta misma tarde de un tranquilo agosto entramos en internet para echar un vistazo a la prensa más generalista a ver qué noticias de interés hay o saber qué está pasando en el resto del planeta, lo más probable es que a los cinco minutos de estar navegando acabemos cerrando las páginas de prensa para dedicarnos a otra cosa. Y es que hoy día, el bombardeo publicitario al que estamos sometidos en todos los medios es insoportable y contraproducente. Si accedemos la página principal de cualquier portal periodístico lo mejor que nos vamos a encontrar es una pantalla saturada de anuncios publicitarios por todos los lados y con un poco de suerte y esfuerzo, encontraremos las noticias en algún recuadro de tamaño mucho menor. En el ejemplo que reproduzco en la imagen, si dividimos la pantalla en franjas de igual tamaño, podremos observar que mas del 40 % del espacio está lleno de anuncios. Jamás estaré en contra del mundo publicitario, si bien es verdad que en no pocas ocasiones estoy en completo desacuerdo con sus tácticas y contenidos, con poco estilo y lenguaje zafio que parece más bien estar dirigido a idiotas que a personas normales. 

Al igual que en la televisión, de pago o gratuita, la publicidad manda y tiene tanto poder que ningún medio se resiste a limitarla o prescindir de ella. Hoy es insoportable ver un programa de televisión sin tragarte un puñado de minutos propagandísticos pagados a precios millonarios. Los anuncios de 20 segundos cada vez se van alargando disimuladamente. Bien está que en el transcurso de un programa o película hagan algún que otro corte para cubrir el porcentaje publicitario que los mantiene. El problema es cuando los tiempos dedicados a la publicidad casi superan al tiempo del contenido principal. Cada vez que uno se sienta a ver un espacio de una hora de duración no cae en la cuenta de que va a tener que tragarse, lo quiera o no más de un cuarto de hora de publicidad repartida en varios cortes para que se note menos y tenernos enganchados hasta el final. Y esto es aplicable tanto a los canales gratuitos como a los de pago, que al principio no emitían publicidad y rápidamente han visto el filón económico y han caído en las mismas tácticas. 

De manera que hace años ya no compro ningún diario, también cada día que pasa aguanto menos la prensa digital y la televisión. Estoy harto de que me bombardeen desmesuradamente con lo que yo no quiero ni he pedido y por lo que estoy pagando. Si fuéramos todos más selectivos y coherentes y no accediéramos a ciertas páginas de prensa o cambiáramos instantáneamente de canal cada vez que nos cortan un programa para meternos el enlatado publicitario, a lo mejor los que controlan las cuotas de pantalla o acceso se darían cuenta de ello. Y a lo mejor se esforzaban por dar un poco más de contenidos interesantes con una sustancial disminución de anuncios. Pero claro, el negocio es el negocio y la pela es la pela. Y cuanto más se gana más se quiere, sobre todo en el multimillonario mundo de la publicidad.

Y al ciudadano que le den morcillas, que traga con todo a la hora que sea. De los programas de radio hablaré en otro momento, que también tienen lo suyo..... y no muy distinto..... 






jueves, 2 de agosto de 2018

Mirando al cielo en solitario

Así me quedo últimamente. Mirando y admirando la grandeza del infinito oscuro, alterado tan sólo por la luz que desprende el reflejo del sol en el satélite teóricamente conquistado por unos y otros. Y es que como cada cierto tiempo, y aprovechando el fenómeno del eclipse, vuelve a flotar en el ambiente esa sombra de duda sobre la veracidad de los hechos que pudimos ver en televisión cuando apenas éramos unos críos. La voz de Jesús Hermida, al que tanto admiraba mi padre, y posteriormente yo, nos llegaba a través del altavoz de la caja "mágica". Hablaba de un tal Neil Armstrong que al parecer había puesto el primer pie en la luna, en una feroz carrera por llegar antes que los del otro lado. 

El afán del ser humano por conquistar nuevos mundos fuera de nuestro planeta se convertía en objetivo prioritario para cualquiera que quisiera hacer alarde de sus progresos tecnológicos. Muchas han sido las expediciones enviadas al exterior, a diferentes planetas, en busca de alguna señal que nos indique que en ese inmenso espacio oscuro hay alguna forma de vida similar a la nuestra. Ahora, viendo que no encontramos nada similar, el afán se centra en encontrar algún elemento y condiciones que pudieran permitir el desarrollo de algún tipo de ser vivo. Hemos enviado naves al infinito con multitud de muestras de nuestra existencia terrena, con mensajes de nuestra especie y nuestras intenciones pacifistas. Pero como si nada.... se supone.....

Siempre he pensado que detrás de este tema hay algo que se nos escapa y que aún no están dispuestos a dejarnos saber. Las evidencias de que hasta nosotros han llegado otros seres no son pocas y en los últimos años las noticias y programas de televisión referentes a esta posibilidad han crecido de forma abrumadora. Hasta las productoras de gran prestigio y los canales temáticos especializados se han volcado en esta tarea, abordando el tema desde la antigüedad hasta nuestro presente. Y es que cuando uno intenta entender ciertos relatos bíblicos, así como  investigar los restos de ciertas culturas antiguas, es difícil no considerar la posibilidad de que nuestro planeta haya sido visitado por seres de otras "Tierras", cuyos legados han quedado de forma imperturbable para admiración nuestra.

Los monumentos piramidales distribuidos por todo el mundo, los objetos encontrados cuya datación no concuerda con los conocimientos que supuestamente poseían las civilizaciones de la época invitan a pensar que en algunos momentos hemos contado con la ayuda del exterior.

Las teorías acerca de la presencia de seres foráneos en nuestro planeta son múltiples dependiendo del punto de vista desde el que se aborde, bien puramente científico - tecnológico, antropológico o religioso. La creencia del ser humano en la existencia de alguien superior es común a todas las culturas, tanto como la supervivencia después del final terreno. A su modo, cada civilización se ha planteado estas cuestiones durante su existencia, intentando dar respuesta a las preguntas más intimas.

A esas preguntas le busco respuesta casi a diario, intentando entender el por qué de la cosas que suceden a mi alrededor y más lejos. Estos temas tienen capturada mi atención con más interés que en otras etapas pasadas. Y es que a la vista de los hechos cotidianos con los que diariamente nos bombardean los medios de comunicación y de los que estoy hasta las mismísimas narices, prefiero guardar silencio y admirar la profundidad del cielo nocturno de verano a ver si desde algún puntito de luz diminuto me llega alguna respuesta, por simple que sea, que satisfaga alguna de mis inquietudes más intimas.

Quizá por ello estoy aparentemente más callado de lo habitual. Etapa de reflexión y meditación en tranquilidad. Es lo que ahora toca...