domingo, 27 de diciembre de 2009

Media Navidad

Pues ahí estamos, amigos míos. Pasadas ya las 2 primeras fiestas, que en realidad sólo es una, el día de Navidad, y viendo cómo en nada que nos descuidemos llega la última noche del año, bendita sea, entre otras cosas porque se lo lleve cuanto antes. Por lo que oigo y veo a mi alrededor, este 2009 no le ha venido nada bien a casi nadie de los que conozco, y eso es para pensárselo. 
Con tanta gente que habitualmente nos rodea, siempre es fácil encontrar alguien a quien las cosas no le hayan ido tan mal, pero de verdad que este año  no ha sido el mejor ejemplo. Alguien pensará que soy pesimista, en absoluto, pero la realidad de la gente más cercana a mí, amigos, compañeros, familia y conocidos, no es como para traca de fallas ni mucho menos. Cada día más seres se van quedando holgados cada mañana, y sin visos de recuperar sus trabajos por ahora. Día a día vemos cómo los impuestos siguen la dirección de ascenso y nuestro poder adquisitivo opera en la dirección contraria. O sea, hacia abajo y en picado. Queda muy poco para que los diversos proveedores de nuesros servicios básicos nos comuniquen el incremento de tarifa correspondiente, y que el gobierno de turno nos hunda en la miseria con la consabida subida de salario (ficticia en la mayoría de los casos). 
Y una vez que el 2010 se meta en nuestras casas con o sin invitación, podremos decir aquello tan manido de Feliz Año Nuevo; porque siempre decimos lo mismos el mismo día del año, y luego el nuevo se convierte en lo mismo que el anterior.  Pero aún nos queda el final, la Noche de Reyes, que ni eran Reyes, ni Magos ni se sabe de dónde venían...
 Esta es la única cosa buena que traen las fiestas. La noche en la que a base de mentiras y cuentos, los niños aún inocentes viven en una fantasía y se creen lo que no existe. Pero esa noche sueñan hasta despiertos y los días siguientes son felices con los juguetes que les han dejado. Eso los niños que tienen esa suerte, que hay muchos para los que un mendrugo de pan sería el mejor de los regalos. Y de nuevo vuelve la normalidad, con su tozuda realidad. Esa que vivimos cada día dentro de nuestras ocupaciones rutinarias sin pararnos a pensar cuál es el sentido que le damos a nuestra existencia. Esta sociedad en la que estamos embebidos no nos deja ni un minuto al día para abstraernos y pensar en nosotros mismos. 
En fin, la vida sigue y el año nuevo pronto se quedará viejo en expectativas. O sea, más de lo mismo y a seguir tirando para adelante como podamos, y si es posible, que no vengan peores rachas, que todo es posible.... 


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