lunes, 2 de agosto de 2010

En NAVARES de AYUSO

Ya han llegado las merecidas y más que deseadas vacaciones anuales para los que aún cotizamos mes a mes como trabajadores en este santo y bendito país en el que el paro está haciendo su agosto, y nunca mejor dicho. Este año, para variar, nos desplazaremos a una zona desconocida para nosotros, de la cual todo el mundo habla cosas bonitas. Será porque son de la tierra, y eso tira mucho, claro. Me refiero a Los Arribes del Duero, extensión que abarca los límites de Zamora y Salamanca con la frontera lusa. Nuestro destino - hogar durante ocho días será Fermoselle, ciudad desde la que nos moveremos en un radio moderado. Como es de suponer haremos el consabido reportaje fotográfico que a la vuelta daremos a conocer en este blog para deleite de los que quieran entrar.
No obstante, antes de iniciar este recorrido quisiera dejar testimonio en esta página de un evento que celebramos no hace mucho tiempo y que creo merece la pena recordar. Hablo de la comida que celebramos en la finca de Chemari en Navares de Ayuso el 19 de junio pasado. Yo no había visitado nunca ese pueblo, y digo pueblo porque según nuestro anfitrión son 4 gatos, eso sí, bien avenidos. Por no tener no tiene más que una barra de bar que recuerda a los antiguos teleclubs de épocas pasadas, y como tal está localizada dentro del edificio consistorial. Según parece, en verano se lo montan en un chiringuito a la vuelta del ayuntamiento. Un lugar abierto al aire y con la correspondiente barbacoa. Parece que allí se reunen todos los habitantes de la aldea, que en verano aumentan como en todos los pueblos de nuestra querida España, y charlan en amigable compañía de las viandas y el vino que sea menester.
Volviendo a la comida citada, decir que tuvimos el honor y el placer de degustar unos corderillos recién asados. En esta ocasión hubo gente del grupo habitual que no pudo asistir por diversas razones, entre otras que la mayoría están jubilados y claro, estaban de vacaciones...........
El ágape discurrió en un ambiente auténticamente fraternal y así lo atestiguan las fotografías del evento.
Nuestro amigo Chemari, al que no vemos tan a menudo como quisiéramos en nuestras reuniones lúdico - festivas puso a nuestra disposición todo lo que tenía para hacer de esa jornada gastronómica un acontecimiento memorable, lleno de paz y amistad entre un grupo de amigos y viejos compañeros de trabajo acompañados de las respectivas señoras. El anfitrión, según me cuentan por ahí, quedó encantado, y los asistentes ya estamos deseando repetir la experiencia, que tan gratificante recuerdo nos ha dejado. Para todos, y en especial para Chemari un abrazo y feliz verano.

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